jueves, septiembre 15, 2022

CAPON EL BARRIO CHINO por Richard Chuhue

 


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La inmigración china es una de las más importantes migraciones humanas llegadas al Perú que marcó definitivamente la historia y la idiosincrasia de los limeños.
Es gracias a iniciativas como la colección MUNILIBRO-2016,que publica la Gerencia de Cultura de la Municipalidad de Lima, que muchos escolares y ciudadanos limeños tendrán la  oportunidad de aprender más sobre la historia de su propia ciudad. El autor de CAPÓN El barrio chino de Lima es el historiador sanmarquino Richard Chuhue y su publicación constituye un excelente material didáctico sobre la historia de los migrantes chinos y su posterior asentamiento en el barrio limeño de Capón, en pleno corazón de Lima. La obra se publica en el marco del “año nuevo chino” o Festival de Primavera, que es la celebración más importante de las fiestas tradicionales de este país asiático.

Este año los festejos comenzaron el 8 de febrero de 2016 cuandose dio inicio al año 4714, según el calendario lunar. La presencia china en el Perú comenzó a mediados del siglo XVI y continúa hasta el presente con un número limitado de inmigrantes que aumentó considerablemente a partir de 1849 con la llegada de los culíes, mano de obra semiesclava traída para trabajar en las faenas agrícolas y la extracción del guano. 


La primera inmigración se inició con el arribo de unos cuatro mil sangleyes (sino-filipinos), tripulantes del galeón de Manila que se establecieron en el Nuevo Mundo, principalmente en los virreinatos de Nueva España y Perú como consecuencia del incremento de las relaciones transpacíficas. Llegaron al Perú por la ruta Manila-Acapulco-Panamá-Guayaquil-Paita-Callao. Varios de ellos participaron en 1603 en la construcción del Puente de Piedra de Lima, ciudad donde residían más de
38 “indios de la China”, según el “Padrón de los indios que se hallaron en la Ciudad de los Reyes del Pirú”, censo parcial realizado en 1613 por orden del virrey del Perú, Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros (1571-1628).


En el siglo XIX los inmigrantes chinos se concentraron en los alrededores de la calle Capón, zona que actualmente conforma el barrio chino, colindante con el centro histórico de Lima. La calle recibió este nombre porque ahí se caponaba (castraba) a los cerdos. Actualmente se calcula que existen en el Perú aproximadamente dos millones y medio de personas con ancestro chino, esto es el 10 % de la población peruana. 


Vale notar que a los peruano-chinos o chino-peruanos también se les conoce como tusán (“nacido local”). Además, en la costa del Perú y especialmente en Lima, hay más de un millón trescientos mil chinos o descendientes de chinos que se dedican principalmente al comercio minorista y a la gestión de restaurantes de comida china. Hoy acriollada, esta forma parte de la rica y variada gastronomía peruana.
Entre los más destacados en las ciencias, las artes y la política se encuentran Pedro Zulen (filósofo e indigenista), Apu-Rimak (artista plástico), Edwin Vásquez Cam (campeón olímpico en tiro en Londres, 1948), Efraín Wong (empresario), Marcelo Wong (escultor), Emilio Choy Ma (antropólogo), Erasmo Wong (empresario), Enrique Wong y Humberto Lay Sun (congresistas), José Antonio Chang (expresidente del Consejo de Ministros y rector de la Universidad San Martín de Porres), Luis Chang Reyes (ingeniero), Rosa Fung (arqueóloga), Celia Wu (historiadora), Siu Kam Wen (narrador), Julio Villanueva Chang, Guillermina Ruiz y Raúl Chang Ruiz (periodistas) y Raúl Chau Quispe (Obispo Auxiliar de Lima), entre otros.

 
Eugenio Chang-Rodríguez
City University of New York, EE.UU

 

Richard Chuhue Huamán (1978)
es historiador por la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos,
con estudios de maestría en
su especialidad por la misma
universidad. Investigador con
trayectoria en la historia de Lima,
ha publicado, entre otras obras,
La inmigración china en el Perú.
Arqueología, historia y sociedad,
en coedición con Li Jing Na y
Antonio Coello (Universidad
Ricardo Palma-Instituto Confucio,
Lima, 2012; traducido al chino
mandarín por la Universidad de
Hebei en 2015), y editado Lima
subterránea. Arqueología histórica.
Criptas, bóvedas, canales virreinales
y republicanos, conjuntamente con
Pieter van Dalen (UNMSM, Lima,
2014

 

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sábado, agosto 20, 2022

Nota histórica sobre la inmigración china al Perú y a Lima

Nota extraída acerca de la migración, no se ha podido encontrar el archivo original en los repositorios académicos.



Análisis comparativo de estudios de caso: inmigrantes chinos en Sao Paulo, Brasil, y Lima, Perú

María A. Benavides
Universidad N. M.  San Marcos, Peru

Introducción

El trabajo que se presenta aquí es eminentemente etnológico y no pretende abarcar los aspectos económicos de la presencia oriental en Brasil y Perú.  A una breve reseña histórica de la inmigración china en Sao Paulo y  Lima sigue la historia oral de algunas personas, como ejemplo de las diferencias entre los inmigrantes a una y a otra ciudad.  

En Sao Paulo, se observa que es muy visible la población de Taiwan:  aunque muchos taiwaneses nacieron en China continental, se han educado en Taiwan y han conservado elementos de la cultura china tradicional que fueron suprimidos por el gobierno de China Popular a partir de 1949.  En Lima es más visible la población de China continental, en especial la cantonesa, y, en los últimos años también de otras provincias.  Así, los ejemplos que se presentan para Sao Paulo son tanto taiwaneses como de China Popular;  mientras que los ejemplos para Lima son exclusivamente casos de inmigrantes de China continental.  

Se hace también una comparación entre la religiosidad china en ambas ciudades:  pues los taiwaneses en Sao Paulo han fundado varios templos budistas y taoístas, frecuentados también por inmigrantes de China continental;  mientras que en Lima no existen templos formales.  El culto es mayormente a los ancestros y a Guangong, un general del siglo XIII que fue elevado al rango de los Inmortales.

En los anexos 1 y 2, por considerar que ambos testimonios son importantes histórica y etnológicamente, se presentan dos entrevistas realizadas en Lima en 1980:  una a un miembro de la sociedad limeña quien aporta datos y comentarios sobre las sublevaciones de “coolies” chinos en 1870, y sobre las primeras empresas comerciales chinas en el Perú;  y otra a la hija de un inmigrante de principios del siglo XX.

Sao Paulo

Nota histórica sobre la inmigración china al Brasil y a Sao Paulo

Durante la colonia, los jesuitas portugueses que venían de Macao a Brasil traían imágenes de la Virgen con facciones orientales y las ponían en las iglesias barrocas de los pueblos del interior.  Pero no se sabe de inmigrantes chinos antes del siglo XIX.  Se considera que en 1810 vinieron al Brasil los primeros 400 trabajadores chinos contratados para el cultivo del té.  (1)
Algunos de ésos más tarde se volvieron vendedores ambulantes:  hacían pasteles y los vendían en las playas.  Construyeron pastelerías que poco a poco se extendieron en todo el Brasil:  en la década de 1950 la mayoría de los pasteleros eran de origen cantonés.  Éstos frecuentemente ayudaban a sus amigos y parientes en China que querían emigrar, para que ingresaran a Brasil y les ayudaran en sus empresas.  El primer restaurante chino en Sao Paulo abrió a fines del siglo XIX; actualmente hay más de 300, de Shanghai, Cantón, Formosa (Taiwán) y del norte de China.  En los centros comerciales hay puestos de “comida rápida” china y hay restaurantes chinos que atienden a domicilio  (Yang 1994).

Los orientales en Brasil se han ubicado mayormente en el Estado de Sao Paulo, el más rico y poblado del país.  La gran mayoría es de origen japonés y les siguen los taiwaneses, quienes inmigraron a Brasil mayormente en las décadas de 1960 y 1970.  La primera migración importante de China continental ocurrió a principios del siglo XX; pero el mayor influjo fue en 1949 cuando “se perdió China continental” como dijo un eminente migrante taiwanés, refiriéndose a la victoria comunista y al traslado de las fuerzas nacionalistas a Taiwán. Importantes industriales de Shanghai y otras ciudades chinas llevaron sus familias, fábricas enteras y personal calificado a Sao Paulo, donde sus descendientes todavía están considerados entre los orientales más prósperos de la ciudad. Entre 1989 y el 2000, aproximadamente cien mil personas de China continental ingresaron a Sao Paulo (Consulado General de China en Sao Paulo, comunicación personal, enero 2000).  En julio de 1998, una amnistía concedida por el gobierno brasileño a los inmigrantes indocumentados que habían llegado antes de esa fecha, permitió la regularización de muchos chinos ya establecidos, y fomentó la venida de otros, quienes llegaron tanto antes como después de la fecha límite.  

En general, los chinos continentales y taiwaneses se identifican como miembros de una misma cultura.  Pero los chinos continentales por los motivos bien conocidos, no se integran con los japoneses; mientras que los taiwaneses y los japoneses sí tienen muy buenas relaciones, y frecuentemente hay matrimonios entre los jóvenes de ambas grupos étnicos.

En Sao Paulo hay numerosos intelectuales y profesionales chinos con título de las universidades brasileñas.  Cuatro empresas familiares chinas figuran entre las 300 empresas brasileñas más importantes.  En 1975, Lin Chiun Ming, pionero de los sembríos de la soja ganó un premio nacional por tener la empresa exportadora más importante del Brasil (Yang 1996).

El Municipio de Sao Paulo tiene 15 millones de habitantes y la llamada “Grande Sao Paulo”, que incluye las ciudades vecinas que han sido absorbidas por la capital del Estado, tiene aproximadamente 25 millones de habitantes.  En el corazón de la ciudad, cerca de la Plaza de la Catedral, está el barrio oriental Liberdade (Libertad); en años recientes, la municipalidad ha colocado un sistema de iluminación en sus calles que recuerda las tradicionales linternas chinas.  Aquí se encuentra tiendas, farmacias, librerías, restaurantes y hoteles manejados por japoneses, taiwaneses, chinos y coreanos.  En Liberdade no faltan los abogados, notarios, dentistas y otros profesionales; peluquerías tradicionales chinas y tiendas donde se pueden adquirir la mayoría de los ingredientes utilizados en la cocina china; hay farmacia y tiendas donde se expenden medicinas chinas en cápsulas, pastillas y líquidos.  Pero, a diferencia del Perú,  no se consiguen hierbas medicinales chinas, porque es prohibida su importación.  Sin embargo, algunos médicos acupunturistas han logrado que en Brasil se considere la acupuntura como medicina oficial para efectos del seguro médico. (2)

Sao Paulo tiene los templos budistas y taoístas más importantes de América Latina, fundados por los taiwaneses pero frecuentados también por chinos continentales.  Los templos y las iglesias chinas católica y protestantes promueven reuniones sociales de sus feligreses; pero existe un recelo en relacionarse con otros connacionales, pues corren rumores de actividades ilegales e incluso criminales.  Periódicamente se publica noticias de asesinatos en locales públicos donde las víctimas aparentemente han sido miembros de alguna mafia; y entre la policía prima la opinión poco favorable de los chinos por sospechas de contrabando de bienes y de personas.  Ocasionalmente salen artículos en los periódicos brasileños que se refieren a actividades ilegales de grupos chinos. (3)

Sao Paulo:  estudios de caso

Actualmente se considera que la colonia china en Brasil consiste de 120,000 personas entre taiwaneses y chinos de la República Popular.  Siguen algunos ejemplos de inmigrantes:

1)  El profesor Alexander Chung Yuan Yang de la Universidad de Sao Paulo (USP) nació en la provincia de Anhui, en China continental.  Durante su infancia, su familia tuvo que mudarse a diferentes ciudades, primero por la invasión japonesa y después por la guerra civil china.  En 1949, emigró a Taiwán junto con su familia; en Taipei estudió Ingeniería e Historia, y conoció a Lin Yu Tang y a Hu Shi.  En 1965 estuvo en España y otros países europeos, y en 1969 viajó al Brasil en busca de un amigo que vivía en el campo cerca de la ciudad de Sao Paulo.  Allí se dedicó al cultivo de champiñones y a la producción de taufu e hizo venir a su esposa y su hija de Taiwán.  Pero al poco tiempo decidió que su mayor vocación era la enseñanza, e ingresó a la Universidad de Sao Paulo, primero como alumno, y luego como profesor.  Durante muchos años ha tenido la cátedra de Literatura e Historia China. (4)  Ha participado en numerosos congresos nacionales e internacionales y tiene numerosas publicaciones en la revista de la USP que él dirige, llamada China em Estudo.  El profesor Yang desea que, con el tiempo se encuentre una fórmula para que Taiwán pueda reintegrarse a China continental.

Según Yang, la mayoría de los chinos en Brasil son budistas, y por ese motivo han surgido numerosos templos de esta religión.  Él enumera siete templos en Sao Paulo, desde el Mi To fundado en 1962, (5)  hasta la Filial Brasil de la Asociación Jen Ti (Yang 1995) que yo he frecuentado personalmente.  Un grupo de 20 personas entre los 150 feligreses de este centro taiwanés viajó en octubre de 1999 a una de las reuniones que su fundador realiza periódicamente en Redmond, Washington, USA.  En el barrio de Santo Amaro hay una gran iglesia católica con sacerdotes chinos donde las novias chinas pueden casarse con ritos tradicionales.

2) El Sr. Lin también es taiwanés:  tiene 72 años, es un empresario jubilado; vino al Brasil en su juventud como técnico de radio y luego hizo fortuna con un molino y una fábrica de tallarines chinos.  Es considerado uno de los jefes de la colonia taiwanesa, y frecuentemente ha ayudado a otros inmigrantes con préstamos, no siempre devueltos.  El Sr. Lin también opina que Taiwán es parte integral de China y debe volver a la madre patria.

Los dos hijos del primer matrimonio del Sr. Lin actualmente manejan el negocio.  El Sr. Lin se mudó del barrio de Lapa, donde residía, al de Morumbi, con su segunda esposa de origen portugués y su hija de nueve años, para que ésta pudiera atender la escuela española que ellos consideran la mejor de Sao Paulo.  El Sr. Lin considera que Brasil es un gran país para los chinos; según él “los brasileños son flojos y los chinos son trabajadores y progresan rápidamente”.  En las reuniones que hace en su casa los sábados por la tarde, para comer y cantar karaoke, el Sr. Lin conoció a la Sra. Wen y le alquiló una de sus tiendas en Lapa.

3)  La Sra. Wen es una inmigrante reciente de China continental.  Como muchos otros inmigrantes, ella se valió de la amnistía concedida por el gobierno brasileño en julio de 1998 para conseguir permiso de residencia.  Su cuñada, la Sra. Li, llegó después de la fecha límite para beneficiarse de la amnistía, sin embargo logró el permiso de residencia mediante el desembolso de dos mil dólares.  La Sra. Wen proporcionó el dinero, a cambio del cual la Sra. Li se obligó a trabajar para su benefactora por dos años sin sueldo.

La Sra. Wen tiene esposo y dos hijos en China, y aparentemente tiene en su ciudad natal, cerca de Wenzhou, una situación acomodada.  Vino a Brasil con capital, como “punta de lanza” para toda su familia.  Importó contenedores con maletas, pero tuvo problemas con la aduana por incluir mercadería no declarada.  Empezó vendiendo en un puesto dentro de un gran almacén en la Rua 25 de Março, donde se vende mucha mercadería de contrabando.  El propietario o administrador del complejo pidió a ella y a los otros comerciantes del local sus pasaportes los que, según alegó, fueron confiscados por la policía.  El Cónsul General en Sao Paulo concedió a la Sra. Wen un pasaporte nuevo con el que realizó su trámite de residencia.  Después de dos años en Sao Paulo, la Sra. Wen todavía habla y entiende muy poco el portugués y no se acostumbra a la comida y costumbres brasileñas.

4)  Otro inmigrante reciente quien se valió de la amnistía de 1998, es el Dr. Xia Zhang Hong Lai.  Nació en 1954 en Qingdao, provincia de Shandong, China, hijo de un dirigente Comunista administrador de un gran puerto de mar, y nieto de un intelectual y funcionario público de Harbin.  Estudió medicina tradicional primero en Beijing, luego fue discípulo, primero  de un monje budista y más tarde de un monje taoísta, ambos especialistas en medicina, en Qingdao; es discípulo del  representante para China del budismo de Sri Lanka, quien reside en Hong Kong.   El Dr. Xia tiene pasaporte peruano pues antes de mudarse a Sao Paulo, vivió por ocho años en el Perú donde tomó la nacionalidad peruana.   Participa en las reuniones de la Asociación Jen Ti, tiene una tienda en el centro de la ciudad, y atiende pacientes a domicilio.  Sus pacientes consideran que es una persona excepcional, pues además de sus extensos conocimientos de medicina y sus tratamientos exitosos, enseña principios filosóficos beneficiosos para la salud del cuerpo y del alma.  Se considera afortunado de vivir en el barrio Sao Francisco de São Paulo, que él llama “un paraíso”.

Lima

Nota histórica sobre la inmigración china al Perú y a Lima

Al tratar la historia de la inmigración china en el Perú, se debe distinguir entre los aproximadamente cien mil trabajadores contratados a mediados del siglo XIX para trabajar en las haciendas de la costa y en las islas guaneras, frecuentemente llamados “coolies” (véase STEWART 1951, RODRÍGUEZ PASTOR 1987, TRAZEGNIES 1995) (6); los comerciantes que llegaron a finales del siglo XIX y principios del XX, generalmente con capitales traídos de China o de California; y la inmigración más reciente de chinos continentales que buscan alternativas al sistema comunista de su país.

La inmigración de los llamados “coolies” chinos en el siglo XIX fue exclusivamente masculina. Los malos tratos fueron causa de levantamientos sangrientos:  la mayor sublevación fue en el valle de Pativilca en setiembre de 1870.  Entre 1200 y 1500 chinos participaron en la rebelión (RODRÍGUEZ PASTOR 1988, p. 94) (para una versión póstuma de los hechos, véase Anexo 1, Primera Parte).  Los intermediarios que “enganchaban” a los trabajadores chinos eran pequeños comerciantes también chinos que tenían tiendas en las mismas haciendas o en los pueblos cercanos. (Para el caso de la Hacienda Cayaltí, véase RODRÍGUEZ PASTOR 1988, p. 158; y véase el Anexo 2).  Ellos, y los trabajadores contratados liberados, se casaban o se “comprometían” con mujeres peruanas y les enseñaban a cocinar a su estilo; motivo por el cual los conocimientos de la cocina china se extendieron  primero entre las familias de condición más modesta.  Con el tiempo, tanto la cocina china como el sistema herbolario y de acupuntura interesaron a un sector relativamente grande de la sociedad peruana (BALBI 1999).  (7)

Los trabajadores de las haciendas que no regresaban a China afluían a la ciudad donde trabajaban como comerciantes, zapateros, carniceros, lavanderos, bodegueros y en otros oficios manuales. A partir de 1855, en la calle Capón cerca del Mercado Central de Lima, había locales donde se alojaban 7 a 10 chinos en cada cuarto.  En el “Callejón de Otaisa” y la “Casa Salaverry” dormían 4 a 5 mil chinos por noche y en ellos había juegos del azar y consumo de opio. En 1916 se consideraba que los chinos se habían adueñado del mercado minorista. (8)  

Con el tiempo, se importaron las semillas de las verduras chinas y a partir de 1888 se sabe de huertas donde éstas se cultivaba específicamente.  Muchos chinos entraban a las casas de familias peruanas como cocineros e interpretaban con éxito la cocina peruana; (9)  apenas ahorraban algo de dinero establecían una pequeña pulpería o bodega, o un restaurante.   En Lima no faltaron persecuciones a los chinos y saqueos de sus tiendas y pulperías.  También fueron objeto de burla y desprecio. (10)

A partir de mediados del siglo XIX en Lima se crearon varias asociaciones de ayuda mutua entre los inmigrantes chinos.  Las más importantes fueron la Beneficencia China, la Asociación Tung Sing que actualmente tiene un local en una azotea de la Calle Huanta, donde  se observa el culto al Dios Guangong;  y la Sociedad  Pun Yui  que tiene esculturas valiosas del siglo XIX y el altar principal dedicado a Guangong.  En la calle Miro Quesada está la Sociedad Lung Sing Sea que originalmente se llamó Zhong Shan, su distrito de origen (LAUSENT-HERRERA 2000).  

En los siglos XIX y XX hubo empresas comerciales chinas que tuvieron mucha importancia en la economía peruana.  Mayormente eran  filiales de firmas californianas o de Hong Kong: manejaron sectores importantes agrícolas del país y dominaron en la exportación (véase Anexo 1, Tercera Parte).   La firma china Wing On Chong fundada en San Francisco, California en 1868,  tenía un almacén en la calle limeña Plateros de San Pedro, que abrió en 1872, y sucursales en Lima y provincias.  Administró haciendas en el Valle de Chancay.  Importaba sedas, porcelanas, muebles laqueados, etc.  (LAUSENT-HERRERA 2000 p. 45).  En 1943 Wing On Chong era una de las tiendas más importantes de Lima, que además de vender productos chinos tenía casimires ingleses y otros productos importados de Europa.  Desapareció en 1971. (11)

La Iglesia católica se preocupó mucho de la conversión de los coolies a medida que éstos se integraban en la vida urbana.  En 1885 había en Lima sacerdotes católicos chinos que realizaban labor misionera entre los inmigrantes (LAUSENT-HERRERA 2000 p.33). (12) Los chinos bautizados eran enterrados en los cementerios católicos pero aparentemente los que no se bautizaban eran enterrados en panteones aparte (hubo uno en lo que es hoy la Av. Argentina.  (Cesar Garibay, comunicación personal).  En las haciendas los chinos no bautizados eran enterrados próximo a las huacas (LAUSENT-HERRERA 2000).

Desde 1871 hubo expendio de medicinas chinas en Lima, pero la municipalidad cerraba las boticas chinas arbitrariamente, y todavía en 1930 la aduana decomisaba hierbas medicinales chinas. Uno de los médicos chinos más famosos fue el doctor Pun Luy On quién atendía en la calle Mogollón, donde lo conocí ya anciano en 1943.  Su hijo, Dr. Jorge Pun de la Torre, actualmente tiene un consultorio y expendio de hierbas medicinales chinas en Higuereta, con numerosa clientela peruana.

Durante mucho tiempo, el Embajador de China en Washington tuvo a su cargo la representación para el Perú.  Recién a partir del año 1921, hubo Legación China en Lima.  Cheng Tsao Yu (también llamado Zheng Sa Zaorou, o Chian Chou Yu) fue el primer Embajador chino en el Perú quien apoyó la formación de la Beneficencia China (LAUSENT-HERRERA 2000, p.21). (13) Los chinos comerciantes y profesionales que llegaron al Perú a principios del siglo XX propagaron la imagen y las ideas de Sun Yat Sen.  En 1924 y en 1936 se fundaron las primeras escuelas en el idioma chino en Lima, que se fusionaron en 1962 para formar el colegio Diez de Octubre.  En 1962  los franciscanos crearon el colegio católico chino Juan XXIII.
 
En los años 30 se promulgaron leyes restringiendo la inmigración asiática, lo que, junto con el incendio que destruyó el mercado central en 1964, hizo perder parte del dinamismo al “barrio chino”.  Muchas familias se mudaron de la calle Capón a otros sectores de la ciudad, particularmente San Borja.En 1971 se inició una recuperación, (14) y a partir de 1997, con el desalojo de los ambulantes del mercado central y la renovación de los edificios del centro histórico, se modernizó la Calle Capón al estilo del China Town de San Francisco.

Actualmente (2000), Lima tiene más de seis millones de habitantes y tiene aproximadamente 2000 locales de comida china; en las carretillas ambulantes también se encuentra platillos chino /criollos llamados “combinado” (BALBI 1999 p.153).  El arroz chaufa (arroz frito con carnes, huevos y verduras) se ha convertido en un plato nacional.  En años recientes el gobierno peruano ha permitido el funcionamiento de los casinos anteriormente clandestinos, y los propietarios de algunos chifas los han convertido en casinos y establecimientos con “tragamonedas”.  Un empresario chino ha transformado un edificio de departamentos en Miraflores en el “Hotel y Casino Bruce” con restaurante tradicional chino y señoritas chinas para la atención a los huéspedes.  En el cuarto piso del hotel  funciona la agencia de viajes Tian Ma.

Lima:  Estudio de casos

Según el Consulado de la República Popular China en Lima (febrero del 2000), en el Perú hay 25,000 chinos con permiso de residencia;  85,000 personas nacidas en China con nacionalidad peruana; y 1.5 millones de personas peruanas por nacimiento con uno de sus padres o abuelos nacidos en China.  Este cálculo no incluye personas de Taiwán ni de Hong Kong. Siguen algunos ejemplos de inmigrantes:

1) Yang Jian Ping  nació en Shanghai en 1952, y estudió pintura en el Instituto Liu Hai Su, donde aprendió la técnica impresionista.  Durante la Revolución Cultural, teniendo que salir al campo, pidió  ser enviado a la provincia de Yunan por la belleza de sus paisajes.  Consiguió que se le liberara de las obligaciones agrícolas pues pintó un retrato de Mao Zedong que cubrió toda la fachada de la municipalidad del pueblo donde estaba destacado.  Luego fue profesor de pintura en un colegio de primaria en Shanghai.  En 1985 emigró al Perú, donde tenía un tío materno que lo avaló para que pudiera conseguir el permiso de viajar, y empezó a ensayar pintura modernista con acrílico.

Jian Ping ha expuesto sus obras más de 30 veces, de las cuales siete en Shanghai y las demás en Lima, siendo tres de ellas exposiciones individuales.  Pero la pintura no le rinde lo suficiente para vivir.  En Lima trabaja como profesor de Tai Chi Chuan y como especialista en maquillaje permanente (tatuaje).  En 1988 Jian Ping se casó con una señora peruana, divorciada con dos hijos, hija de chinos pero que no habla el idioma; después de dos años se divorció de ella y en 1998 se volvió a casar con una señorita china de 33 años.  No quiere tener hijos porque se considera viejo y considera demasiado difícil criar hijos en el mundo moderno.

Jian Ping siente mucha nostalgia por los paisajes de su país y no se acostumbra al clima invernal de Lima;  también extraña los colegas pintores en China,  como él aficionados a la música clásica occidental.  Se queja de que en Lima los chinos son comerciantes o cocineros, que no tienen tiempo ni cabeza para llevar una vida intelectual ni para interesarse por el arte y la música.   Pero considera que ya es tarde para que pueda retornar y hacerse una posición en su tierra natal.

2)  Wong Lai Si es china de nacimiento, de Tusan, provincia de Cantón.  Vino al Perú a la edad de 18 años acompañando a su abuelo; su padre, el Sr. Wong, es un miembro importante de la sociedad china en  Lima: es miembro de la Beneficencia China y presidente de la Asociación de los Inmigrantes de  Tusan, con 10,000 integrantes.  En 1998 organizó un gran banquete en el restaurante El Dorado, en el cual participaron muchos inmigrantes de Tusan.  Yo fui entre los pocos invitados peruanos.

Lai Si es trilingüe:  chino mandarín, cantonés y español.  Está bien integrada a la vida limeña;  ha vuelto algunas veces a su tierra natal, pero se siente más a gusto en Lima.  Ha trabajado como secretaria en una firma china y como profesora en el  Colegio Chino en el Perú.  Actualmente está encargada de la fábrica de minpao (pan de miga blanca con relleno de carne de cerdo o fríjol colado) que se expende en ocho tiendas de los supermercados E. Wong.  Ella con sus padres antes de iniciar ese negocio consultó con el sistema de adivinanza que se practica en el templo de la calle Huanta, donde el que dice ser sacerdote taoísta, Germán Ku, por veinte soles vaticina el futuro a paisanos y curiosos mediante el oráculo del I Ching.  Habiendo obtenido una respuesta positiva, iniciaron este negocio que les ha resultado exitoso.

3) La Dra. Chen Asan también es de la provincia de Cantón.  Vino al Perú en 1995 con el proyecto de crearse una posición que le permitiera traer a su familia.  Puso un consultorio en la Avenida Aviación en Lima,  y logró un permiso municipal para atender a los pacientes con medicinas tanto chinas como occidentales, y con tratamiento láser.  Luego se asoció a un medico naturista chino y con él se mudó a Tacna donde estableció un consultorio en que atiende a peruanos del lugar y a chilenos que vienen de Arica y de Iquique.  La especialidad de la Dra. Asan son  las enfermedades venéreas, pues en China trataba especialmente a las mujeres que trabajaban en los burdeles y a sus clientes.  Ha logrado en dos años de trabajo en Tacna crearse una clientela, y ha traído de China a su madre y su hija de 9 años.  La Dra. Asan logra mantener un ritmo intenso de trabajo a pesar de sufrir de anorexia.  Ella se considera “un alma”, no una persona como las demás, pues puede vivir solamente para el trabajo.

4) Los periodistas Susana Chang y Meng Ke xin, editora y redactor de la Voz de la Colonia China, respectivamente, se sienten orgullosos de trabajar para el diario más importante y de mayor circulación dentro de la colonia, con 87 años de existencia.  Susana estudió literatura en su natal Shanghai, mientras que Meng Ke Xin trabajó en la agencia de noticias China News Service como fotógrafo.  Susana llegó desde Bolivia al Perú en 1992 y habla el español bastante bien (Somos 1997).

Conclusión

En este trabajo se puede observar que la inmigración china a California ha influido poderosamente en los grupos inmigrantes a Brasil y a Perú.  En general, los chinos en estos países hubieran preferido inmigrar a Estados Unidos y se han decidido por Latino América por ser más fácil el ingreso a estos países.  Sin embargo, hay algunos que prefieren la vida en América del Sur que en América del Norte.  Así como en otros países occidentales (TUNG 2000), los chinos inmigrantes en Brasil y Perú tienen mucha dificultad en aprender el idioma local y por tanto no llegan a integrarse en la sociedad nacional.  Forman más bien enclaves en que limitan sus relaciones comerciales, profesionales y sociales al grupo de sus connacionales.  Sin embargo, tampoco se integran entre ellos; más bien forman grupos cuyo lazo principal es el de la parentela, o, en un ámbito más amplio, el de la ciudad, pueblo, o dialecto de origen.

En Brasil no se ha dado persecución abierta a los chinos aunque existe una cierta ambigüedad en relación a los orientales y preocupación de la policía a respecto de las actividades ilegales de algunos.  Pero los brasileños son tolerantes de los inmigrantes en general. (15)

Entre los peruanos existe una mística relacionada con la cultura clásica china.  El Centro de Estudios Orientales de la Pontificia Universidad Católica de Perú ofrece, además de enseñanza de los idiomas mandarín y cantonés, un curso de extensión sobre Taoísmo, al que asisten mayormente señoras peruanas.  En muchos parques de las zonas residenciales se practica el Tai Chi al amanecer y la medicina china es bastante difundida entre los peruanos.  Algunos intelectuales buscan señales de una presencia oriental prehistórica en la costa peruana. (16)

 En ambos países existen empresarios y profesionales que son chinos de nacimiento o por lo menos de ascendencia.  Pero la medicina y la culinaria china han tenido más influencia en Lima que en Sao Paulo.  Cuando recién llegué a Lima en 1943, mis familiares peruanos me recomendaron que consultara al Dr. Pun quién me recetó cocimiento de hierbas.  En Sao Paulo no había escuchado que un brasileño consultara a un médico chino.  Las casas de la elite peruana ostentaban jarrones de porcelana, muebles incrustados de nácar, y biombos pintados chinos que yo muy poco había visto en Brasil.  Pero sí conocí en Sao Paulo la chinoiserie y la porcelana inglesa, imitaciones europeas del arte chino.  En los hogares peruanos se preparaban platos cantoneses.  Y los chifas de la calle Capón eran muy frecuentados tanto por peruanos como por orientales.  Actualmente, la diferencia en el número de restaurantes chinos es sintomático: 300 en São Paulo, una ciudad de 15 millones de habitantes; y 2,000 en Lima, ciudad con menos de la mitad de población. (17)  Las verduras que en el Perú tienen nombre chino como el kión, cebollita china y calabaza china, en Brasil llevan nombres europeos, no orientales.

En Sao Paulo son mucho más visibles los japoneses y los taiwaneses que los chinos del continente especialmente en el barrio oriental Liberdade.  En Lima, el “barrio chino” es de poca extensión y modesto; y hoy en día son relativamente pocos los orientales que circulan ahí;  pero  tiene un carácter típicamente chino. Y en Lima es notable el número de publicaciones de amplia difusión que tratan sobre inmigración china, cuales los libros de Mariella Balbi, Wilma Derpich, Isabelle Lausent-Herrera, Humberto Rodríguez Pastor y Fernando de Trazegnies, este último Ministro de Relaciones Exteriores del Perú.  En Sao Paulo no he encontrado el equivalente entre autores brasileños.  Existe el libro en chino de Yuan Yiping (1995) que trata de casos exitosos de sus connacionales en Brasil.  Este autor nació en Qingdao, China en 1954, es periodista y emigró al Brasil en 1991.  Es redactor en jefe del periódico chino Baxi Qiao Bao.  Y la USP publica la revista China em Estudo con artículos de sinólogos orientales y occidentales.  Pero el libro de Yuan circula solamente entre personas de habla china, y la revista de la USP es poco conocida afuera del mundo académico.

En cuanto a religión, en Sao Paulo la fuerza del budismo ha sido mayormente por la influencia de los taiwaneses y muchos chinos continentales están aprendiendo de los taiwaneses el budismo, que fue prohibido por el gobierno comunista.  Esta influencia ha faltado en Lima donde no hay templos chinos con monje guardián budista, quizás por la fuerza de la Iglesia Católica que se ha esforzado por convertir a los inmigrantes.  Más bien en Lima se ha conservado el culto al dios Guangong.  Los nuevos inmigrantes al Perú no profesan religión, y si realizan algún rito, lo hacen en la intimidad del hogar, o a lo sumo, en un restaurante.  Pero cada Año Nuevo chino hay un gran desfile en las calles de Lima con dragón y leones chinos, al que asiste gran cantidad de público, y se saca al dios Guangong en procesión.

Posiblemente por ser la capital del Perú, la presencia de la Embajada China se hace sentir en Lima más de lo que sucede en Sao Paulo donde existe un Consulado General en la Rua Estados Unidos.  En la Pontificia Universidad Católica de Perú se enseña el chino con los 3,000 caracteres “simplificados” y la transcripción pin yin impuestos por el gobierno comunista en 1958; en la Universidad de Sao Paulo se enseñan los caracteres tradicionales con la transcripción Wade Giles que se usa en Taiwan.  En el Perú, cuando se dice “chino” se entiende oriental: véase el caso del Presidente del Perú, Alberto Fujimori, hijo de japoneses, a quien los peruanos llaman “El Chino”; mientras que en Brasil, se generaliza diciendo japonés.

Este trabajo es apenas una primera aproximación a casos comparativos de la inmigración china en dos  países de América del Sur.  Falta estudiar mejor los motivos por los cuales se han dado diferencias entre el nivel de aceptación transcultural tanto de parte de los inmigrantes como por parte de la población receptora.  Es importante también establecer cuál ha sido la importancia económica y política de la inmigración oriental para los países receptores, y cuáles los vínculos entre las empresas chinas y taiwanesas en Sao Paulo y Lima con la economía global.  Supuestamente,  sería útil ampliar estos estudios comparativos a los demás países de Latino América.

Notas

1. - La palabra té en castellano y en los demás idiomas europeos viene de la pronunciación del dialecto de la provincia de Fuchien.  El nombre “chá”, que se usa en portugués, en Japón, Persia y Rusia proviene de la pronunciación cantonesa y mandarín (Yang 1997).
2. - En el campo de la medicina tradicional china hay especialistas en Acupuntura, Do-ing y Quging y profesores del Tai Chi Chuan.  En Brasil se publican dos diarios en lengua china y varias revistas ilustradas. Intelectuales famosos chinos han visitado el Brasil: el filósofo moderno Lin Yu Tang; el Cardenal  de Nanqing Yu Ping; los pintores Chang Ta Chien y Wu Chuen Sen; y el ganador del Premio Nobel en Física Dr. Yang Chen Ling (YANG 1996; véase también YU 1996).
3. - El 08 de marzo de 1999 el Jornal da Tarde, p. 17, publicó un artículo: “Mafia asiática: la organización criminal se fortalece en Sao Paulo:  el paso que sigue al terror y la extorsión de inmigrantes chinos y coreanos son los fraudes, las falsificaciones y el tráfico de heroína”  Según el artículo, el blanco de los bandidos asiáticos son los integrantes de sus propias colonias que han prosperado en el comercio o los negocios. Los inmigrantes chinos corren riesgos porque acumulan dinero convertido en dólares u oro por no saber o no poder hacer uso de los servicios bancarios.  Las víctimas de violencia y extorsión suelen callar por el hecho de que muchas están ilegalmente en el país, y por el miedo de venganza contra ellos e inclusive contra los familiares que han quedado en la China.
4. - La USP es la única universidad del Brasil y de  América del Sur que está acreditada con curso de idioma chino, el que se inició en 1968.  Los cursos son de cuatro años:  la mayoría de los profesores son taiwaneses habiendo un profesor visitante de China continental.  En 1972 se había fundado la sección de estudios orientales en la facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de la USP, que comprende actualmente  siete idiomas: árabe, armenio, chino, hebraico, japonés, ruso y sánscrito.  En 1993, gracias al apoyo de la USP, la Universidad de Brasilia inició un curso de extensión del idioma chino en que se enseñan los caracteres chinos tradicionales como se siguen utilizando en Taiwán.  Cada año se enrolan entre 40 y 50 alumnos nuevos para el curso de dos años, siendo la mayoría de los alumnos de origen japonés (YANG 1995).
5. - En esa época, la colonia china en Sao Paulo predicaba el budismo también en otros lugares de América del Sur. Su objetivo era crear un templo donde alojar los monjes chinos que habían salido del país por causa de la guerra civil.  Durante más de 30 años el Maestro Chi Ming atendió a millares de budistas. Falleció en 1992, en el Hospital Sao Paulo, con más de 80 años.  El Templo continúa con un guardián que fue su discípulo (YANG 1995).  Es posible que la campaña budista fuera financiada por intereses políticos anticomunistas, a favor del gobierno nacionalista de Taiwan.
 6. - La obra (1995) de Fernando de Trazegnies consta de dos tomos.  En el primer  tomo el autor ha creado una historia novelada con personajes imaginarios para describir la vida de los trabajadores contratados chinos en el siglo XIX.  Basándose en los libros de Watt Stewart, Humberto Rodríguez Pastor y otros autores no aporta información nueva.  Aparentemente, Trazegnies no conoce suficientemente la idiosincrasia oriental para poder profundizar en imaginar los sentimientos y el comportamiento íntimo de los personajes que él crea.  En el segundo tomo, Trazegnies hace una larga disquisición sobre los aspectos legales de las contratas injustas y de los tratos inhumanos que se dieron casi sin excepción, a los coolies.  Quizás la parte más interesante y la que recoge de fuentes más diversas es la sección muy breve sobre las sublevaciones.  Pero Trazegnies no trata un aspecto históricamente muy importante:  los enganchadores chinos en el Perú quienes aprovechaban la ignorancia y la pobreza de los trabajadores cuya contrata se vencía, para engancharlos en nuevas contratas con condiciones similares.
7. - En 1931 en el Perú la colonia china inició la publicación de la revista Oriental.  A partir de 1941 se empieza a utilizar el término “chifa” para señalar los restaurantes chinos y que es una deformación de la voz cantonesa chiufan que significa hacer comida o cocinar.  El primer chifa fue el Kuong Tong montado en una antigua casa de Lima que aprovechaban la pileta de la entrada para  peces y camarones.  Se servían también platos peruanos.  No había refrigerador, se utilizaban bloques de hielo en un cajón de fierro galvanizado colocado en la vitrina.  Otro restaurante famoso fue el San Joy Lao que en 1934 se remodeló construyendo un edificio de tres pisos con escalera de mármol en la entrada.  En 1945, la cuadra 7 de la calle Capón albergaba 6 chifas importantes.  (BALBI 1999).  
Balbi señala que la mayoría de la inmigración de trabajadores contratados fue de la provincia de Cantón, y que los contratos requerían el abastecimiento diario de arroz; ése fue uno de los motivos por el cual se empezó a importar arroz al Perú.  Cuando liberados, los chinos tendían a ir a las ciudades, donde abrieron restaurantes frecuentados por chinos y por peruanos.  Ernst Middendorf en 1894 decía:  “La última clase de restaurante está constituida por las cocinerías chinas, muchos de ellos repugnantes agujeros, cuya comida es más barata y de ninguna manera peor que la de las fondas peruanas, razón por la que en la actual pobreza general, muchas familias, de las que nadie lo supondría, adquieren su comida, muy sigilosamente, de estas despreciadas cocinerías de los asiáticos”  (BALBI 1999).
 8.- Colindantes con el Mercado Central, construido en 1854, en la calle Capón se instalaron numerosas tienditas que fueron acaparadas por negociantes chinos.  En 1859, el diario El Comercio comentaba una reunión de aproximadamente  300 chinos que fumaban opio en una casa de la calle Capón. Había también casas comerciales que importaban objetos de seda, laca y de marfil, así como té; y había bancos chinos y filiales de tiendas de Cantón y de San Francisco.   La calle Capón fue el núcleo del barrio chino, pero en el barrio que rodeaba el Mercado Central había también comerciantes de otras nacionalidades, especialmente italianos.
Entre los contribuyentes chinos de 1885 estaban las firmas Pow On, Kwong Lu y Co., Wing Sing y Jua On y Co. de primera categoría, dedicados a almacenes y abarrotes, tiendas de artículos chinos, que pagaban entre 100 y 50 soles de impuesto a las ventas; una barbería de segunda clase, y una carnicería de primera; dos médicos chinos de primera clase, los señores Changini y Lon Jing, que pagaba, cada uno, 50 soles al tesoro; y tres zapaterías. Se mencionan 383 pulperías, de propiedad de 16 asiáticos, y 300 a 400 encomenderías.  También había dos casas de préstamo de segunda clase, que pagaban 100 soles cada una (DERPICH 1999).
9.- En 1912 ó 1913, había un cocinero chino en Palacio de Gobierno.  El Presidente Oscar  Benavides había traído del Caquetá a un muchacho “chuncho” (indígena) y lo estaban criando en Palacio.  El chino lo fastidiaba todo el tiempo, y un día el chuncho le tiró un cuchillo que le cayó en la pierna: entonces el chuncho se escapó y se fue hasta la Hacienda Marques en La Taboada, que queda en la costa,  se metió al mar y se ahogó y desapareció (ORBB, comunicación personal, julio 1980)]
10.- En los años 20, los chinos hacían  castillos de fuegos artificiales para celebrar sus fiestas.  Cuando terminaban, el entretenimiento de los niños era perseguir a los chinos por la calle jalando la trenza de los que todavía usaban el pelo largo (ORBB, comunicación personal julio 1980).]
11.- Según Derpich (1999), la Casa Wing On Chong y Co. era sucursal de una gran firma en Cantón.  Estaba destinada al cultivo y exportación de algodón, y tenía tres locales donde vendía finas mercaderías: en la calle de Plateros de San Pedro, en Bodegones y en Zavala.  Usufructuaba las Haciendas Boza y San José en el valle de Huaral, donde cultivaba tierras nunca antes aprovechadas.
Entre los chinos más respetados estuvo Aurelio Pow San Chia quien fue condecorado con la Orden del Sol del gobierno del Perú (DERPICH, 1999).  Adquirió las haciendas cercanas a Lima:  su hijo político Guillermo Ch. Kongfook, administraba las haciendas La Estrella, Pedreros, Villa y Huachipa, donde se producía algodón y azúcar con modernas maquinarias, dando ocupación a 1,400 trabajadores peruanos, y la hacienda Bocanegra.  El Sr. Pow San Chia fue presidente de la Compañía Naviera y de la Cámara de Comercio Chinas, director de la compañía de Seguros La Unión y presidente de la Sociedad de Beneficencia China; y apoyó los periódicos  La Voz de la Colonia y Guomindang  (LAUSENT-HERRERA 2000).  En 1918 la firma del señor Pow San Chia [Xie Baoshang]  fue evaluada en un millón de dólares.
El señor Santiago Escudero Whu manejó la negociación Pow On & Co. de Comercio y Agricultura, fundada en 1897 en Lima;  Escudero Kenchau y Co., Sociedad Agrícola en Chancay, Chancayllo;  Hop Sang Lung y Co., Negociación Agrícola Upacá en Pativilca;  Escudero Lee y Co.; la hacienda Casa Vieja en Sayán; Escudero Geng y Co., las propiedades Santa Rosa y Carolina en Chiclayo.
12.- Uno de los primeros religiosos chinos fue José María Lariva, de Namjoy en China, quien vino joven al Perú y estudió en el Seminario de Santo Toribio.  En 1885 participó con el religioso chino Juan Manuel Chávez y el Obispo de Hong Kong, Monseñor Giovanni Raimondi, hermano menor del sabio Antonio Raimondi, en la fundación de la Sociedad Colonial de Beneficencia China.  Capellán de la iglesia de Santa Catalina y después de la de Montserrat, fue nombrado luego misionero apostólico.  Fundó en 1888 la Hermandad del Corazón de Jesús y más adelante un colegio religioso para chinos en la calle del Conventillo de San Pedro Nolasco, el Colegio de Nuestra Señora de las Mercedes.  Fundó en 1910 con el jesuita español, el R.P. José Pineda, la Sociedad de los Chinos Católicos del Sagrado Corazón de Jesús.  Los dos se encargaron de la comunidad china de Lima (LAUSENT-HERRERA 2000).  (Véase también Anexo 1, Segunda Parte).
13.- En 1879, una sociedad china creó el Teatro Chino en la calle Guaquilla; y en 1924 se levantó el Teatro Olimpo en La Victoria, con capacidad para mil espectadores, donde se presentaban compañías chinas en funciones que duraban día y noche por tres o más días.  En 1959 se inauguró el nuevo edificio de la Beneficencia China con un salón con capacidad para 800 personas y cuartos para alojar ancianos.  Otras instituciones chinas en Lima fueron fundadas para el culto de los ancestros y con elementos constitutivos del Confucianismo, donde se practica la devoción al que fue un general chino elevado al rango de divinidad con el nombre Guangong (LAUSENT-HERRERA 2000).
14.- En 1971 los representantes del gobierno taiwanés donaron la Portada China y el alcalde de Lima Eduardo Dibós procuró mejorar la calle Capón, pero el reconocimiento diplomático de la República Popular China causó desconcierto entre la mayoría de los inmigrantes chinos.
15.- Una amiga china, nacida en Trinidad, Caribe,  casada con un profesor inglés, me contó que, recién casados, se fueron a vivir a Brasil porque era el único país donde no había discriminación racial contra los orientales; en Trinidad su marido sufría de ostracismo por haberse casado con ella.  Pero más tarde esa pareja vivió feliz muchos años en el Perú donde tenían amigos europeos y peruanos.
16.- Según Hernán Horna (1990 y comunicación personal setiembre 2000), un monje budista en el siglo XIII viajó a America Perú donde permaneció durante 40 años, antes de retornar a China para presentar un informe al Emperador. Según  Horna “los chinos sí visitaron las Américas, incluyendo el antiguo Perú, más de una vez. Pienso que en el futuro los chinos encontrarán más documentación al respecto”.
 Fernando Llosa s/f [1999] argumenta que el monumento de Sechín, en Casma, supuestamente de la cultura Mochica, encierra simbolismos de la cultura china.  Las dos figuras grabadas en los monolitos de las esquinas de la fachada representarían a la pareja mítica de los albores de la historia del extremo oriente:  Fo-Hi y Niu-Kua.  Eran hermanos y constituyeron “la primera pareja de casados”.  El descubrimiento de ocho trigramas de Fo-Hi, quien reinó a partir del año 3468 a. C., dio origen a tres libros o tratados, dos de los cuales se han perdido: el Lien Shan, libro de las Cadenas de Montañas o Libro de los Principios Inalterables, y el Koueitsang, Libro del Retorno.  El tercer libro es el I Ching, Libro de los Cambios dentro de la Revolución Circular, considerado el primer monumento o Libro de Sabiduría del cual tenemos conocimiento.
17.- Aunque algunos chinos recién llegados al Perú encuentran que los chifas peruanos sirven comida criolla, no china, creo que exageran.  Sin embargo, debo reconocer que en 1943, cuando conocí la comida china en Lima por primera vez, ésta era más auténtica de lo que es hoy día.  Y en los chifas no existían los comedores grandes de ahora, solamente los cubículos para grupos individuales tradicionales, separados por cortinas, donde los chinos fumaban, bebían y hablaban a gritos.
En los chifas más importantes los cocineros generalmente son chinos; pero, en los de menor categoría son peruanos, quienes a veces han aprendido con un chef chino.  A partir de 1980 se han abierto algunos chifas que sirven comidas de regiones diversas: Sichuán, Shanghai y Pekín.  Un experimentado cocinero chino criticaba el uso excesivo del sillao oscuro que hacen los peruanos; y la limitación en materia de carnes que no incluyen los interiores y otras carnes que se usan en China (BALBI 1999).  El té chino fue importado por las firmas chinas más importantes que lo vendían a sus connacionales pero también a los peruanos quienes, imitando la costumbre inglesa lo consumían en las tardes, al igual que el té de la India. Pero los peruanos no se acostumbraron a tomar té chino junto con las comidas; sino que lo reemplazaron con las gaseosas, principalmente la Inca Kola.

Bibliografia citada

BALBI, MARIELA. Los  chifas  en  el  Perú:  Historia y Recetas.  Lima, Universidad San Martín de Porres, Escuela de Turismo y Hotelería.
DERPICH, WILMA, 1999  El  otro  lado  azul:  150  años  de  inmigración  china  al  Perú.   Lima.  Fondo Editorial del Congreso del Perú
HORNA, HERNÁN s/f  [1999]    La Indianidad antes de la independencia latinoamericana. Uppsala, Acta Universitatis Upsaliensis
LAUSENT-HERRERA, ISABELLE Sociedades y templos chinos en el Perú.   Lima, Fondo Editorial del Congreso del Perú.
LLOSA, FERNANDO s/f     Sechin: monumento-mito.  Lima, Imprenta Miraflores E.I.R.L.
RODRÍGUEZ PASTOR, HUMBERTO  Hijos del celeste imperio en el Perú (1850-1900):  Migración, agricultura, mentalidad y explotación.  Lima.  Instituto de Apoyo Agrario
Somos “El Barrio Chino: los nuevos encantos”.  Por Jorge Riveros.  (XI) 564, 27 de setiembre: 18-20.
STEWART, WATT 1951    Chinese Bondage in Peru: A History of the Chinese Coolie in Peru, 1849-1874.  Durham, N.C.  Duke University Press.
[1951] 1976    La servidumbre china en el Perú.  Lima. Mosca Azul.
TRAZEGNIES, FERNANDO DE  En el país de las colinas de arena.  Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú. 2 Tomos.
TUNG, MAY PAOMAY 2000    Chinese Americans and their Immigrant Parents: Confict, Identity, and Values.  New York, The Hawirth Press, Inc.
YANG, ALEXANDER CHUNG YUAN 1994  “Culinária chinesa nas Américas”.  En:  China em Estudo.  (1): 39-50.
1995 “O Budismo entre os Chineses no Brasil”. En: China em Estudo.  (2): 49-58.
“Os intelectuais chineses e suas contribuçoes ao Brasil”.  En: China em Estudo.  (3): 127-136.
“A introduçao da cultura do cha no Brasil (1812-1918)”.  En China em Estudo. (4): 99-139.
YUAN YIPING   Colecão de entrevistas a chineses célebres de ultra mar dol Brasil.  [Traducción del chino por Carine Bocabeille].  2 Tomos.  Sao Paulo.
YU, ABRAHAM S.O. “Analise preliminar das empresas brasileiras controladas por chineses e suas relaçoes comerciais com a China, Hong Kong e Taiwán”.  En: China em Estudo  (3):  53-71.

Anexo 1

Entrevista a Francisco Mendoza y Canaval:
(julio de 1980)

Primera parte:   los trabajadores chinos contratados y la insurreccion de 1870

[Francisco Mendoza y Canaval era miembro de una de las familias más tradicionales de la sociedad limeña.  Tenía aproximadamente 77 años en ocasión de esta entrevista.]

A mi madre siempre le oí decir que sus padres tuvieron que postergar el matrimonio el mismo día que se iban a casar, el 3 ó 4 de setiembre de 1870.  Se suspendió la boda porque le avisaron a mi abuelo don Enrique Canaval y Munarri que había una gran sublevación de chinos en la Hacienda Upacá, que era propiedad de él, y también en la Hacienda Potao que era del señor Juan Arrieta.  Mi abuelo tuvo que salir llevándose un buen número de soldados armados; y cuando llegó a la Hacienda Upacá se encontró que en los callejones dentro de los potreros había infinidad de muertos; y por datos posteriores se supo que en la Hacienda Upacá habían muerto 300 chinos.  La insurrección abarcó  estas haciendas; y los chinos tenían previsto  irse también al norte, más arriba.  Pero se adelantaron en la sublevación que no coincidió con la que los del norte tenían ya preparada, y por eso fracasó.

En la Hacienda Upacá los chinos saquearon la casa; no mataron al administrador don  Rufino Suazo, quien se pudo salvar;  pero las otras personas que estaban allí las mataron en el comedor.  Luego se fueron a otras haciendas, y a la Hacienda Potao del señor Arrieta.  Él pudo ver que se venía esta avalancha de gente, que  era más de 1,500 chinos insurrectos, así que encerró en el interior de la casa a  la señora Zuloaga, su esposa, a las hijas e hijos jóvenes  y a todas las mujeres que había en la hacienda.  Las metió en el interior de la casa, se parapetó con armas de fuego y defendió durante dos horas heroicamente su casa.  Los chinos venían con lanzas,  palos, hachas,  lampas; y él disparó contra ellos y dejó delante de la casa, según datos, 50 chinos muertos.  La valentía del señor Arrieta los descorazonó a los chinos así como también el refuerzo de armas de  soldados que trajo mi abuelo, e impidió que pasaran los chinos, como tenían previsto y ya estaban para hacerlo,  para saquear Supe y Barranca.  Sobre todo dicen que el señor Arrieta ya les hizo perder fuerza y vieron que no podían luchar solo con lampas, palos y hachas contra las armas de fuego y así se detuvo la insurrección, que fue iniciada y propiciada por una “Junta de insurrección asiática”, que así se llamaba; y resulta que no le habían dado la debida importancia desde el principio; y así fue que lograron tener contacto los de la junta por medio de personas que mandaban a las distintas partes del norte y así fue como propiciaron la insurrección.  

A los chinos se les contrataba y venían a trabajar por un buen número de años, pasado ese número de años ellos regresaban a la China.  Pero en realidad se les consideraba esclavos:  porque como don Ramón Castilla dio la libertad a los negros, se encontraron con que no había gente para trabajar en las haciendas y en la agricultura, entonces se dio esto de traer a cargueros que venían, especialmente de Macao, con los chinos.   A la agencia que los traía se le pagaba 1,000 soles por cada uno de estos chinos que trabajaba.  Mi abuelo había tenido en el pasado una gran cantidad de éstos y es seguro que fueron 300 los que murieron, o sea fue 300,000 soles lo que perdió de golpe en esta insurrección, que para aquella época era una fortuna inmensa.  

No sé cuál fue el final de la hacienda Upacá que fue de mi abuelo.  Mi bisabuelo José Marcelo Canaval fue formando la hacienda Paramonga: la haciendita Chacrita Fortaleza (justo la Fortaleza de Paramonga) era de su madre; fue comprando por rededor a los vecinos y las anexó a Upacá, hasta que formó la empresa  Hacienda de Paramonga que tenía unas 1,500 fanegadas y que las trabajó él; fue la gran Hacienda Paramonga.  En Upacá murió mi bisabuelo repentinamente.

Segunda parte: los chinos en Lima

Los chinos naturalmente eran paganos y cuando trabajaban en casas o en las haciendas, las señoras o los mismos dueños trataban que se hicieran cristianos y al bautizarse tomaban el nombre y el apellido del patrón. Hubo un gran número que se convirtieron y algunos de ellos vivieron muchos años, yo llegué a conocer algunos muy viejos.  Los vi en la Iglesia de San Pedro porque asistían a la novena de Nuestra Señora de la O.  Parece que se llegó a formar una cofradía de chinos o a lo menos como habían sido bautizados por jesuitas recurrían siempre a la Iglesia de San Pedro.  En Lima hubo un famoso apóstol entre los chinos, una señora que se llamaba Dominguita Fajardo y que se dedicaba a catequizarlos o a ayudar a los que ya se habían convertido.  Cuando murió esta señora Dominguita Fajardo se tomaron fotografías de ella rodeada de la colonia china y la querían y mimaban mucho.  Ella era peruana, no sé si sería blanca o mestiza.

 Cuando ya se abolió por completo esta cuestión de tener esclavos chinos, porque los llamaban esclavos, ya podían regresar a China.  Pero en la casa de mi abuelo Canaval aquí en Lima, él había traído algunos chinos de la hacienda y había destinado dos para mi mamá cuando era chica para cuidarla: uno era su cocinero y el otro su lavandero.  Uno se llamaba Lazau y el otro se llamaba Cacalau.  Cacalau tenía un perro al cual le puso por nombre José, así que el dueño se llamaba Cacalau, y su perro José.  Cuando les dijeron que eran libres, que se podían ir, ellos dijeron que por nada, que no se iban y se quedaron viviendo en la casa y sirviendo bajo el régimen de servicio ya con una remuneración y no gratis, hasta que uno de ellos murió.  El otro se dio un golpe y le vino una gangrena grande en la pierna.  Los médicos dijeron que había que cortarle la pierna.  Esto llegó a noticias de sus amigos chinos  y en un  momento se metió por el callejón un regular número de amigos chinos y se lo raptaron para que no le llegaran a cortar  la pierna.  Porque como los chinos creían en la resurrección  en la misma forma como han muerto, se lo llevaron a fin de curarlo  con hierbas con métodos chinos para que no le cortaran la pierna.  Pero después lo devolvieron porque dijeron que apestaba mucho.

Los chinos que no regresaron a su tierra se agruparon aquí en Lima y comenzaron a tener negocios de pulpería, lo que hoy llaman bodega; tomaban especialmente las esquinas, yo he conocido tantísimos chinos pulperos y todavía hay.  Generalmente tomaban el apellido del que había sido su patrón, pues por lo general el patrón era el padrino, por eso ha habido bastantes chinos Canaval: el cocinero o el lavandero Lazau se llamaba José Antonio Canaval.  Se fueron agrupando en los alrededores de la plaza del mercado y en la calle Capón formaron una colonia que prácticamente fue la colonia más numerosa que había, la única que se distinguía por vivir en un sitio.  La colonia italiana, que también fue bastante numerosa, no se radicaba en un lugar determinado.  Además de las famosas pulperías los chinos tuvieron garitas que eran casas clandestinas de juego y en la trastienda quedaban los fumaderos de opio.

Aún existe la colonia bien numerosa y ha llegado a un nivel superior, pero siempre continúan en los alrededores de la plaza del mercado y en el Jirón Paruro.  Hoy en día han cambiado los de mejor situación, ya no tienen las pulperías porque éstas han pasado a nacionales o a italianos.  Luego se dedicaron a las pequeñas tiendas de muebles, tanto nuevos o mueblerías de compra y venta. Los Wong tenían una gran tienda en la Oroya y luego en la calle Billingurst tenían otra tienda de abarrotes.    

Tercera parte: diplomaticos  y empresarios chinos en Lima

La familia Canaval tuvo vinculación con los primeros ministros de China que vinieron al Perú.  El primero se hospedó en lo que hoy día es la Casa de la Cultura en la Plazuela de San Francisco frente a la Iglesia del Milagro, la que todos los limeños hemos conocido siempre por la Casa de Pilatos.  Perteneció en la época de la colonia a la familia Jarada Esquivel y Guzmán, emparentados con los Carrillo de Albornoz y con la familia Zavala.  Yo conservo todavía la taza de lavatorio regalada por el Ministro a mi abuelo Enrique Canaval; no queda nada más de lo que era el gran juego del lavatorio:  la jarra, cepillera, jabonera y no sé que otras cosas más, sino una gran taza china que estaba a la entrada de la casa.  Fue obsequio a mi abuelo junto con una preciosa mesa de caoba labrada y que tenía como tablero jaspe y mármol rosado.  Los ministros chinos tomaron la Casa de Pilatos porque nadie quería vivir en ella:  hay toda una tradición de Palma, porque allí vivía el portugués Miguel Bautista Pérez, la gente tenía miedo de vivir por allí, entonces se la alquilaron a los chinos.  

Había un señor Santiago Escudero Whu, quien fundó su familia en Lima, creo que su señora también era china.  Tuvo varias hijas a las cuales las educó muy bien y una de ellas fue directora de la revista china que se publicaba en Lima.  Este señor no sé cómo se vinculó con mi padre, porque yo lo conocí cuando era muy niño y desde entones lo he visto en mi casa.  Era de una generosidad tan grande este señor que le regaló a mi padre un juego para 12 personas que constaba de sopera, soperas más chicas, fuentes desde tamaño mediano hasta más pequeñas, fruteritos de varias clases como tres, de soperitas pequeñas dos y todo el juego para 12 personas con tazas, platos de postre, platos extendidos y platos soperos, incluso su juego de té:  tetera, azucarera, lechera y sus 12 tazas.  Éste fue un regalo que le hizo una vez, el otro fue una cosa maravillosa:  un escritorio de caoba, pero no de la muy oscura, todo incrustado con laca con concha de perla, con dos o tres cajones a los costados, en cada lado.  No tengo idea como este señor se enriqueció, pero parece que fue de la agricultura en el norte.  La familia Escudero le fue mal en los negocios y terminó, porque la hija estaba muy necesitada y casi no podía pagar el alquiler.

Este gran escritorio todo enconchado tenía silla giratoria con brazos, con respaldo y tres pies y me acuerdo que la parte de atrás tenía una especie de placa grande de mármol, no exactamente igual pero de un tono más claro.  Lo vendimos cuando se deshizo la casa de mis padres en la calle de la Amargura en el jirón Camaná que construyeron ellos, la vendimos los tres hermanos Mendoza.

Otro regalo fue una mesa de juego, que todo el centro era de  mármol (jade) era grande  y alta con las patas medio torneadas, toda también con incrustaciones de conchas de nácar y una especie de división abajo y cuatro banquitos para sentarse para jugar cartas o jugar mahjong.  De mármol los asientos con las incrustaciones de concha de nácar.  Y otra vez, regaló un juego de té de cloisonné chino que es bastante más corriente que el cloisonné japonés, pero era más curioso:  era un azafate redondo que tenía tetera, lechera, azucarera y como 4 tacitas pequeñas con sus platitos, todo el fondo negro y encima medio amarillo y con unos grabados, y el fondo de las tazas cubierto con un esmalte azul oscuro.  

Mi bisabuelo tenía una colección de muebles chinos maravillosa.  La hemos tenido que vender porque ya no cabía en ninguna parte y solamente nos hemos quedado con un pedestal, un mueble japonés, unos banquitos y jarrones chinos.  Esos mi padre por intermedio de la casa Wing On Chong los mandó traer de la China.  Encargó varios muebles porque teníamos un hall muy grande en la casa donde yo nací y mi padre arregló el hall todo con muebles chinos.  Estaba el escritorio, el mueble japonés y un lindo biombo de cinco ó seis hojas; todo de caoba, con incrustaciones de nácar y cada hoja era un precioso bordado chino, protegido por lunas por un solo lado.  Mi padre encargó también de China un farol para colgar del techo, que medía por lo menos un metro sesenta de altura para que armonizara con el resto de los muebles.  Una parte de los muebles los compró Valentín Quezada, esposo de Queta Arozemena.  

Anexo 2

Entrevista a Adelina Lay  (Julio 1980)
 [Adelina Lay nació aproximadamente en 1900, en Trujillo, de padre chino y madre peruana.]

Mi tío José María era contratista de la hacienda Cartavio, y por medio de él se traía a los chinos esclavos desde allá para venir a trabajar la tierra. Mi papá era auxiliar del contratista;  ellos eran de Hong Kong.   Mi papá con mi mamá, que era de Huaranchal, no se casaron sólo se comprometieron en Cartavio.  Luego mis padres se fueron a Trujillo y allá tuvieron su tiendecita, que fueron formando,  y después ya tenían una tienda.  Después nos pasamos a la calle La Libertad, allí tuvimos también una tienda y hemos estado un buen tiempo.  Toda la familia venía a Trujillo de Cartavio, estaban 15 días y después se iban.  Mi papá estaba encantado de recibir a toda su familia, jalaba los colchones y los ponía al suelo.  

Cuando teníamos banquetes para la familia, que era el santo de mi mamá, teníamos el chino cocinero que le ayudaba y hacía muy ricos platos, ahora no hay comparación.  Teníamos el cocinero que hacía la comida china.  Mi papá se iba a comprar y venía con sus buenos huesos de manzana, tendría su capital cuando él se vino. Mis tías por parte de madre también se casaron o comprometieron con chinos.  Las que se casaban con chinos estaban muy contentas, no les faltaba nada, tenían su muchacha que les servía, estaban bien atendidas, se iban a sus fiestas bien vestidas.  Pero los chinos eran muy celosos.  A veces mi mamá tenía sus disgustos.  Al frente teníamos una vecina casada con chino, él le hacía sus pasadas y tenía dos hijos con otra, tenía sus andanzas.  Mi papá era serio, de su trabajo.   Mi mamá le ayudaba a vender cuando había mucha gente, sino ella estaba adentro cosiendo o viendo sus cosas.  Mi papá hablaba muy bien castellano.  El me había dicho:  “Tú tienes que aprender a comer y a hablar chino”.  Me enseñaba, pero yo ya no recuerdo.  Cuando los chinos se bautizaban llevaban el apellido de su padrino.  Mi papá siguió con el apellido Lay porque no fue bautizado.  Le decían en castellano Antonio pero su nombre era Lay Tsu.  Mi tío se llamaba José María, pero su nombre era Akuda y su apellido Córdova por el padrino.  Mis primas se apellidan Córdova.
 
Después vino la quiebra, porque mi papá era de mano abierta, prestaba dinero a todos y después se olvidaba, les daba créditos.  Nos fuimos a una tienda en Cartavio y mi papá pensaba ir a Trujillo para que me internaran en un colegio, también pensaban irse a Huaranchal,  la tierra de mi mamá.  Mi mamá le dijo que le cobrara a un vecino que le debía plata y le pidió que arreglara un colchón para mi, porque tenían la lana de cordero.  Mi papá aceptó y se puso a preparar la lana en el patio, pero estaba demasiado enfermo.  Después se fue a dormir tomando su cola que había en esa época.  Despertó con una fiebre que volaba, mi mamá lo quiso llevar donde el doctor chino.  Al segundo día estaba peor, entonces mi mamá se fue a avisarle al hacendado para que nos proporcionara una movilidad y el hacendado le prestó un caballo y a las 5 de la mañana lo llevaron a Trujillo, donde teníamos una casa que había comprado mi papá, lo llevaron al hospital e hicieron junta de médicos.  El médico dijo que era cosa perdida porque le había dado una pulmonía fulminante.  

A los 8 días mi mamá nos mandó para preguntar por mi papá; porque ellos estaban haciendo los trámites para casarse y le habían dicho que no podían casarse porque él no estaba en su conocimiento.  Cuando nosotros fuimos a preguntar, nos dijeron:  “Sabes que, ya tu papá ha fallecido”.   Entonces nos fuimos corriendo con mi prima, la que está en Lima,  ella le decía papá a mi papá porque no había conocido al suyo que ya había fallecido.  Mi mamá estaba barriendo, le dije:  “Mamacita, mi papá ha fallecido”.  Mi papá murió en junio y mi hermano nació en agosto.

Teníamos un amigo que nos ayudó mucho cuando mi papá murió, porque estábamos en mala situación, nos invitó a su casa y vivimos un tiempo con ellos.  Mi papá de la plata del diario hacía su balance, y se venía de allá de La Encalada y le daba la plata a un paisano, no la depositaba en un banco.  Ese también murió o sea que ya nadie sabe de esa plata.  Mi papá nunca quiso regresar a la China, otros chinos sí se regresaban: por ejemplo el esposo de mi tía en su segundo compromiso se llevó a sus hijos a la China, de los cuales no se sabe nada, pues nunca escribieron.

Mi tía le dijo a su marido:  “Dame las llaves y yo me voy a tu tierra”, y se fue ella con sus tres hijos y nunca más se supo de ella.  Se fue por barco que en esa época demoraba tres meses y lo mandaron a mi papá con la mesada que tenían que darle a mi tía, y para ver si se animaban a regresar.  Pero él se fue y regresó.  He conocido otras amigas que han ido y han regresado porque no se acostumbraban en China.   Mi hermano se fue chico a la China pero más tarde regresó [1960] y se fue a vivir a Ica donde se casó.  Quería ir a Trujillo a ver a mi madre, pero no lo hizo al saber que mi madre tenía otro compromiso.  Él ya ha muerto.





  Al tratar la historia de la inmigración china en el Perú, se debe distinguir entre los proximadamente cien mil trabajadores contratados a mediados del siglo XIX para trabajar en las haciendas de la costa y en las islas guaneras, frecuentemente llamados “coolies” (véase STEWART 1951, RODRÍGUEZ PASTOR 1987, TRAZEGNIES 1995) (6); los comerciantes que llegaron a finales del siglo XIX y principios del XX, generalmente con capitales traídos de China o de California; y la inmigración más reciente de chinos continentales que buscan alternativas al sistema comunista de su país.
 
La inmigración de los llamados “coolies” chinos en el siglo XIX fue exclusivamente masculina. Los malos tratos fueron causa de levantamientos sangrientos: la mayor sublevación fue en el valle de Pativilca en setiembre de 1870. Entre 1200 y 1500 chinos participaron en la rebelión (RODRÍGUEZ PASTOR 1988, p. 94) (para una versión póstuma de los hechos, véase Anexo 1, Primera Parte). Los intermediarios que “enganchaban” a los trabajadores chinos eran pequeños comerciantes también chinos que tenían tiendas en las mismas haciendas o en los pueblos cercanos. (Para el caso de la Hacienda Cayaltí, véase RODRÍGUEZ PASTOR 1988, p. 158; y véase el Anexo 2). Ellos, y los trabajadores contratados liberados, se casaban o se “comprometían” con mujeres peruanas y les enseñaban a cocinar a su estilo; motivo por el cual los conocimientos de la cocina china se extendieron primero entre las familias de condición más modesta. Con el tiempo, tanto la cocina china como el sistema herbolario y de acupuntura interesaron a un sector relativamente grande de la sociedad peruana (BALBI 1999). (7)
Los trabajadores de las haciendas que no regresaban a China afluían a la ciudad donde trabajaban como comerciantes, zapateros, carniceros, lavanderos, bodegueros y en otros oficios manuales. A partir de 1855, en la calle Capón cerca del Mercado Central de Lima, había locales donde se alojaban 7 a 10 chinos en cada cuarto. En el “Callejón de Otaisa” y la “Casa Salaverry” dormían 4 a 5 mil chinos por noche y en ellos había juegos del azar y consumo de opio. En 1916 se consideraba que los chinos se habían adueñado del mercado minorista. (8)
Con el tiempo, se importaron las semillas de las verduras chinas y a partir de 1888 se sabe de huertas donde éstas se cultivaba específicamente. Muchos chinos entraban a las casas de familias peruanas como cocineros e interpretaban con éxito la cocina peruana; (9) apenas ahorraban algo de dinero establecían una pequeña pulpería o bodega, o un restaurante. En Lima no faltaron persecuciones a los chinos y saqueos de sus tiendas y pulperías. También fueron objeto de burla y desprecio. (10)
A partir de mediados del siglo XIX en Lima se crearon varias asociaciones de ayuda mutua entre los inmigrantes chinos. Las más importantes fueron la Beneficencia China, la Asociación Tung Sing que actualmente tiene un local en una azotea de la Calle Huanta, donde se observa el culto al Dios Guangong; y la Sociedad Pun Yui que tiene esculturas valiosas del siglo XIX y el altar principal dedicado a Guangong. En la calle Miro Quesada está la Sociedad Lung Sing Sea que originalmente se llamó Zhong Shan, su distrito de origen (LAUSENT-HERRERA 2000).
En los siglos XIX y XX hubo empresas comerciales chinas que tuvieron mucha importancia en la economía peruana. Mayormente eran filiales de firmas californianas o de Hong Kong: manejaron sectores importantes agrícolas del país y dominaron en la exportación (véase Anexo 1, Tercera Parte). La firma china Wing On Chong fundada en San Francisco, California en 1868, tenía un almacén en la calle limeña Plateros de San Pedro, que abrió en 1872, y sucursales en Lima y provincias. Administró haciendas en el Valle de Chancay. Importaba sedas, porcelanas, muebles laqueados, etc. (LAUSENT-HERRERA 2000 p. 45). En 1943 Wing On Chong era una de las tiendas más importantes de Lima, que además de vender productos chinos tenía casimires ingleses y otros productos importados de Europa. Desapareció en 1971. (11)
La Iglesia católica se preocupó mucho de la conversión de los coolies a medida que éstos se integraban en la vida urbana. En 1885 había en Lima sacerdotes católicos chinos que realizaban labor misionera entre los inmigrantes (LAUSENT-HERRERA 2000 p.33). (12) Los chinos bautizados eran enterrados en los cementerios católicos pero aparentemente los que no se bautizaban eran enterrados en panteones aparte (hubo uno en lo que es hoy la Av. Argentina. (Cesar Garibay, comunicación personal). En las haciendas los chinos no bautizados eran enterrados próximo a las huacas (LAUSENT-HERRERA 2000).
Desde 1871 hubo expendio de medicinas chinas en Lima, pero la municipalidad cerraba las boticas chinas arbitrariamente, y todavía en 1930 la aduana decomisaba hierbas medicinales chinas. Uno de los médicos chinos más famosos fue el doctor Pun Luy On quién atendía en la calle Mogollón, donde lo conocí ya anciano en 1943. Su hijo, Dr. Jorge Pun de la Torre, actualmente tiene un consultorio y expendio de hierbas medicinales chinas en Higuereta, con numerosa clientela peruana.
Durante mucho tiempo, el Embajador de China en Washington tuvo a su cargo la representación para el Perú. Recién a partir del año 1921, hubo Legación China en Lima. Cheng Tsao Yu (también llamado Zheng Sa Zaorou, o Chian Chou Yu) fue el primer Embajador chino en el Perú quien apoyó la formación de la Beneficencia China (LAUSENT-HERRERA 2000, p.21). (13) Los chinos comerciantes y profesionales que llegaron al Perú a principios del siglo XX propagaron la imagen y las ideas de Sun Yat Sen. En 1924 y en 1936 se fundaron las primeras escuelas en el idioma chino en Lima, que se fusionaron en 1962 para formar el colegio Diez de Octubre. En 1962 los franciscanos crearon el colegio católico chino Juan XXIII.
En los años 30 se promulgaron leyes restringiendo la inmigración asiática, lo que, junto con el incendio que destruyó el mercado central en 1964, hizo perder parte del dinamismo al “barrio chino”. Muchas familias se mudaron de la calle Capón a otros sectores de la ciudad, particularmente San Borja.En 1971 se inició una recuperación, (14) y a partir de 1997, con el desalojo de los ambulantes del mercado central y la renovación de los edificios del centro histórico, se modernizó la Calle Capón al estilo del China Town de San Francisco.
Actualmente (2000), Lima tiene más de seis millones de habitantes y tiene aproximadamente 2000 locales de comida china; en las carretillas ambulantes también se encuentra platillos chino /criollos llamados “combinado” (BALBI 1999 p.153). El arroz chaufa (arroz frito con carnes, huevos y verduras) se ha convertido en un plato nacional. En años recientes el gobierno peruano ha permitido el funcionamiento de los casinos anteriormente clandestinos, y los propietarios de algunos chifas los han convertido en casinos y establecimientos con “tragamonedas”. Un empresario chino ha transformado un edificio de departamentos en Miraflores en el “Hotel y Casino Bruce” con restaurante tradicional chino y señoritas chinas para la atención a los huéspedes. En el cuarto piso del hotel funciona la agencia de viajes Tian Ma.
Lima: Estudio de casos
Según el Consulado de la República Popular China en Lima (febrero del 2000), en el Perú hay 25,000 chinos con permiso de residencia; 85,000 personas nacidas en China con nacionalidad peruana; y 1.5 millones de personas peruanas por nacimiento con uno de sus padres o abuelos nacidos en China.
Este cálculo no incluye personas de Taiwán ni de Hong Kong. Siguen algunos ejemplos de inmigrantes:
1) Yang Jian Ping nació en Shanghai en 1952, y estudió pintura en el Instituto Liu Hai Su, donde aprendió la técnica impresionista. Durante la Revolución Cultural, teniendo que salir al campo, pidió ser enviado a la provincia de Yunan por la belleza de sus paisajes. Consiguió que se le liberara de las obligaciones agrícolas pues pintó un retrato de Mao Zedong que cubrió toda la fachada de la municipalidad del pueblo donde estaba destacado. Luego fue profesor de pintura en un colegio de primaria en Shanghai. En 1985 emigró al Perú, donde tenía un tío materno que lo avaló para que pudiera conseguir el permiso de viajar, y empezó a ensayar pintura modernista con acrílico.
Jian Ping ha expuesto sus obras más de 30 veces, de las cuales siete en Shanghai y las demás en Lima, siendo tres de ellas exposiciones individuales. Pero la pintura no le rinde lo suficiente para vivir. En Lima trabaja como profesor de Tai Chi Chuan y como especialista en maquillaje permanente (tatuaje). En 1988 Jian Ping se casó con una señora peruana, divorciada con dos hijos, hija de chinos pero que no habla el idioma; después de dos años se divorció de ella y en 1998 se volvió a casar con una señorita china de 33 años. No quiere tener hijos porque se considera viejo y considera demasiado difícil criar hijos en el mundo moderno.
Jian Ping siente mucha nostalgia por los paisajes de su país y no se acostumbra al clima invernal de Lima; también extraña los colegas pintores en China, como él aficionados a la música clásica occidental. Se queja de que en Lima los chinos son comerciantes o cocineros, que no tienen tiempo ni cabeza para llevar una vida intelectual ni para interesarse por el arte y la música. Pero considera que ya es tarde para que pueda retornar y hacerse una posición en su tierra natal.
2) Wong Lai Si es china de nacimiento, de Tusan, provincia de Cantón. Vino al Perú a la edad de 18 años acompañando a su abuelo; su padre, el Sr. Wong, es un miembro importante de la sociedad china en Lima: es miembro de la Beneficencia China y presidente de la Asociación de los Inmigrantes de Tusan, con 10,000 integrantes. En 1998 organizó un gran banquete en el restaurante El Dorado, en el cual participaron muchos inmigrantes de Tusan. Yo fui entre los pocos invitados peruanos.
Lai Si es trilingüe: chino mandarín, cantonés y español. Está bien integrada a la vida limeña; ha vuelto algunas veces a su tierra natal, pero se siente más a gusto en Lima. Ha trabajado como secretaria en una firma china y como profesora en el Colegio Chino en el Perú. Actualmente está encargada de la fábrica de minpao (pan de miga blanca con relleno de carne de cerdo o fríjol colado) que se expende en ocho tiendas de los supermercados E. Wong. Ella con sus padres antes de iniciar ese negocio consultó con el sistema de adivinanza que se practica en el templo de la calle Huanta, donde el que dice ser sacerdote taoísta, Germán Ku, por veinte soles vaticina el futuro a paisanos y curiosos mediante el oráculo del I Ching. Habiendo obtenido una respuesta positiva, iniciaron este negocio que les ha resultado exitoso.
3) La Dra. Chen Asan también es de la provincia de Cantón. Vino al Perú en 1995 con el proyecto de crearse una posición que le permitiera traer a su familia. Puso un consultorio en la Avenida Aviación en Lima, y logró un permiso municipal para atender a los pacientes con medicinas tanto chinas como occidentales, y con tratamiento láser. Luego se asoció a un medico naturista chino y con él se mudó a Tacna donde estableció un consultorio en que atiende a peruanos del lugar y a chilenos que vienen de Arica y de Iquique. La especialidad de la Dra. Asan son las enfermedades venéreas, pues en China trataba especialmente a las mujeres que trabajaban en los burdeles y a sus clientes. Ha logrado en dos años de trabajo en Tacna crearse una clientela, y ha traído de China a su madre y su hija de 9 años. La Dra. Asan logra mantener un ritmo intenso de trabajo a pesar de sufrir de anorexia. Ella se considera “un alma”, no una persona como las demás, pues puede vivir solamente para el trabajo.
4) Los periodistas Susana Chang y Meng Ke xin, editora y redactor de la Voz de la Colonia China, respectivamente, se sienten orgullosos de trabajar para el diario más importante y de mayor circulación dentro de la colonia, con 87 años de existencia. Susana estudió literatura en su natal Shanghai, mientras que Meng Ke Xin trabajó en la agencia de noticias China News Service como fotógrafo. Susana llegó desde Bolivia al Perú en 1992 y habla el español bastante bien (Somos 1997).
* No tengo información acerca del escrito pero me fue enviado por LVM.

BIBLIOGRAFIA
BALBI, MARIELA. Los  chifas  en  el  Perú:  Historia y Recetas.  Lima, Universidad San Martín de Porres, Escuela de Turismo y Hotelería.
DERPICH, WILMA, 1999  El  otro  lado  azul:  150  años  de  inmigración  china  al  Perú.   Lima.  Fondo Editorial del Congreso del Perú
HORNA, HERNÁN s/f  [1999] La Indianidad antes de la independencia latinoamericana. Uppsala, Acta Universitatis Upsaliensis
LAUSENT-HERRERA, ISABELLE Sociedades y templos chinos en el Perú.   Lima, Fondo Editorial del Congreso del Perú.
LLOSA, FERNANDO s/f Sechin: monumento-mito.  Lima, Imprenta Miraflores E.I.R.L.
RODRÍGUEZ PASTOR, HUMBERTO  Hijos del celeste imperio en el Perú (1850-1900):  Migración, agricultura, mentalidad y explotación.  Lima.  Instituto de Apoyo Agrario - 1989
Somos “El Barrio Chino: los nuevos encantos”.  Por Jorge Riveros.  (XI) 564, 27 de setiembre: 18-20.
STEWART, WATT 1951 Chinese Bondage in Peru: A History of the Chinese Coolie in Peru, 1849-1874.  Durham, N.C.  Duke University Press.
[1951] 1976 La servidumbre china en el Perú.  Lima. Mosca Azul.
TRAZEGNIES, FERNANDO DE  En el país de las colinas de arena.  Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú. 2 Tomos.
TUNG, MAY PAOMAY 2000 Chinese Americans and their Immigrant Parents: Confict, Identity, and Values.  New York, The Hawirth Press, Inc.
YANG, ALEXANDER CHUNG YUAN 1994  “Culinária chinesa nas Américas”.  En:  China em Estudo.  (1): 39-50.
1995 “O Budismo entre os Chineses no Brasil”. En: China em Estudo.  (2): 49-58.
“Os intelectuais chineses e suas contribuçoes ao Brasil”.  En: China em Estudo.  (3): 127-136.
“A introduçao da cultura do cha no Brasil (1812-1918)”.  En China em Estudo. (4): 99-139.
YUAN YIPING   Colecão de entrevistas a chineses célebres de ultra mar dol Brasil.  [Traducción del chino por Carine Bocabeille].  2 Tomos.  Sao Paulo.
YU, ABRAHAM S.O. “Analise preliminar das empresas brasileiras controladas por chineses e suas relaçoes comerciais com a China, Hong Kong e Taiwán”.  En: China em Estudo  (3):  53-71.

lunes, agosto 01, 2022

LA INMIGRACIÓN CHINA EN EL PERÚ (1850-1890)

Boletín de la Sociedad Peruana de Medicina Interna - Vol.5 Nº 3 - 1992

   LA INMIGRACIÓN CHINA EN EL PERÚ  
   (1850-1890)

    Autor: Ricardo La Torre Silva*

INTRODUCCIÓN

En 1849 se inició la llegada de los culíes chinos, originada por la escasez de mano de obra en la agricultura debido a la abolición de la esclavitud por el Presidente Ramón Castilla. El destino no fue exclusivamente agrícola, en los primeros años se les destinó tanto a la agri­cultura como al trabajo en las islas guaneras y en la servi­dumbre urbana.

En este comercio o trata de semi-esclavos participaron y se enriquecieron hacendados, po­líticos y comerciantes. Este tipo de comercio fue una de las formas de acumulación de ca­pitales en el siglo pasado.

Los gobiernos que se sucedieron en la segunda mitad del siglo pasado dieron apoyo, tanto al tráfico como al silenciamiento, al duro trato que los hacenda­dos infligieron a los culíes.

Mediante ley de 1849. lla­mada "Ley China", se permitió el ingreso masivo de los trabaja­dores chinos. En octubre de 1849 acoderó en el puerto del Callao la barca danesa "Frederick Wilhem" trasladando a los primeros 75 culíes chinos al Perú. Entre los años 1849 a 1880 el lucrativo negocio de importar trabajadores desde China Imperial trajo entre 90 y 100 mil chinos al puerto del Callao y a otros puertos pe­ruanos. La durísima travesía demoraba cerca de 120 días en realizarse.

Para hacer posible el traslado de toda esta población hubo un engaño legal que consistía en hacer firmar en la misma China un contrato a los incautos "co­lonos". Los contratos se firma­ban en condiciones de presión por deudas y, de manera gene­ral, en circunstancias de an­gustia individual de todo tipo. El Estado peruano otorgó a par­ticulares la facultad de importar esta mano de obra por interme­dio de concesiones mediante la suscripción de contratos.

De 1849 a 1854 llegaron al Perú 4.754 chinos según datos de Castro Mendoza (1). Cuando los barcos llegaban a los puer­tos, los contratos de los chinos eran traspasados a sus patro­nes, que generalmente era ha­cendados.

En 1851 los efectos en la agricultura se dejaron sentir con una mayor productividad lo que originó que cerca de 98 empre­sarios se dedicaran a este ne­gocio. Esta nueva dinámica agrícola, gracias a la presencia china, favoreció en los primeros años solamente a un sector minoritario de los hacendados costeños.

 

EL CONTRATO

       La contratación era la forma jurídica legal para obtener y utilizar la fuerza de trabajo de un culí. Consistía en un papel, por lo general impreso, donde se precisaba los términos que se comprometían a cumplir tanto el chino como el contratista. Mediante esta forma jurídica el chino aceptaba, con su firma, trasladarse a otro país. Con evidentes engaños y por nece­sidad, el culí daba su firma en China al contratista o a uno de sus empleados y al momento de hacerlo recibía un dinero de adelanto. Con esta aceptación lo trasladaban al Perú donde de­bía trabajar para el propietario de una hacienda u otro esta­blecimiento en las condiciones precisadas dentro de las cláu­sulas del contrato.

Sin la legalidad de los con­tratos hubiese sido dificil el tráfico de miles de culíes, pues no hubiera habido el consenti­miento de los estados compro­metidos en esta trata (Perú, Portugal, Inglaterra y China).

La forma jurídica empleada fue la del colono dentro del marco de la inmigración china para el Perú. Estaba vigente en 1852 el Código Civil que, en el Libro Primero, Título Quinto, establecía: "Nadie nace esclavo en el Perú"; y, el esclavo que venía del exterior, era libre desde que pisaba el territorio de la República conforme al artículo 17 de la Constitución Política del Estado de 1860 Título 4º, Garantías Individuales que es­tablecía: "No hay ni puede haber esclavos en la República".

Sin embargo, el trato que se les dio fue la de verdaderos esclavos. Las leyes peruanas sobre los extranjeros no les fue aplicada. El Código Civil, en el Art. 33, normaba que: "Los ex­tranjeros gozan en el Perú de todos los derechos concernien­tes a la seguridad de su persona y de sus bienes, y a la libre administración de éstos". Lo que sí se les aplicó fue el Art. 37 del mismo cuerpo legal: "El ex­tranjero que se halla en el Perú, aunque no sea domiciliado, puede ser obligado al cumpli­miento de los contratos cele­brados con peruano, aún en país extranjero, sobre objetos que no estén prohibidos...".

Conviene examinar las con­diciones del contrato pues de su cumplimiento o incumplimiento dependía la normal asistencia y dedicación en el trabajo y, en buena cuenta, la estabilidad y armonía en las haciendas. El culí recibía su remuneración de tres maneras diferentes: pago en dinero, pago en especies (ali­mentos y vestimenta), pago en servicios (medicina y vivienda). También la obligación de recibir alimentos, vestimenta y atención médica. Todo ésto en conjunto era el pago que recibía el chino. A cambio de eso el culí debía ponerse bajo las órdenes del empresario para entrar a tra­bajar en clase de cultivador, hortelano, pastor, criado o tra­bajador en general por espacio de ocho año contados desde el día en que entraba a servir. Durante dicho período: " ... arará los campos, desmontará terre­nos. cuidará ganados, atenderá las huertas y hará cualquier otra clase de trabajo, cuando para ello sea requerido, además debe aportar su conocimiento mecánico y artesano que pudiera conocer, además de trabajar las Islas Guaneras".

A diferencia de los tiempos coloniales, los hacendados no procuraron el control de la masa de chinos instruyéndolos en la religión católica. Les permitie­ron que continuaran con sus prácticas religiosas facilitando el uso de locales donde los culíes colocaban imágenes de sus san­tos. Los hacendados tuvieron como base para sus exigencias el contrato que los culíes "por voluntad propia" habían firma­do en China y en el cual se precisaba las obligaciones de ambas partes. A pesar que el contrato quedaba en manos del hacendado, en algunos casos registrados legalmente no era desconocidos por los culíes.

Los culíes se defendieron del abuso, sobre todo tomaban nota de la fecha en la que habían ingresado al trabajo. Desconocer o no re­cordar esta fecha era perder la posibilidad de salir definitiva­mente de la hacienda. Ciertos procedimientos y tratos utiliza­dos no estaban escritos pero sirvieron para regir la vida co­tidiana de la gente. No estaba escrito, por ejemplo, aplicar castigos físicos. Sin embargo los hacendados lo hicieron con mucha frecuencia y severidad. Lo hacían porque esa era la norma usual para controlar a los trabajadores de sus hacien­das.

Los castigos corporales se aplicaron a los chinos coti­dianamente en las propiedades agrícolas y también fuera de ellas. En esos años, cuando hubo reclamos por estos castigos, preferentemente en casos fla­grantes que produjeron escán­dalos públicos, los gobiernos y periódicos de entonces trataron de ocultarlos, utilizando proce­dimiento judiciales como testi­gos que dieran constancia de falsos hechos. También era co­tidiano los castigos más sofisticados como el cepo, la barra, los azotes, la cárcel, el diario encierro en los galpones y, en casos extremos, las eje­cuciones.

La presencia del Estado era muy débil. Se quedaba en las puertas de las haciendas y si las tocaba era para pedir a los hacendados sus "contribucio­nes".

La semiesclavitud asiática había logrado que hubiera en las haciendas un cierto equili­brio social que se manifestaba de diferentes maneras. Frente a los abusos excesivos se generaba una respuesta violenta a la que temían los hacendados. Por eso era normal que cualquier ha­cienda tuviera una buena can­tidad de armas.


LOS CHINOS EN LAS ISLAS GUANERAS

Desde que fue descubierto el guano como abono, en la década de 1840‑50, la explotación fue incrementándose año tras año. Recién en 1853 el Gobierno peruano tuvo un estudio de su contenido y planos elaborados por Raimondi para su mejor conocimiento.

La explotación del guano estaba en manos de consig­natarios, quienes utilizaron la mano de obra china, polinésica y negra para la exportación. Las peores condiciones de trabajo que encontraron los chinos fue en las islas guaneras. Por este motivo, cuando apenas se ini­ciaba la trata amarilla a Perú, se prohibió, así se precisaba en los contratos, que los culíes fuesen a trabajar a las islas. Pero, como el cumplimiento de las prohibi­ciones estaba condicionado a las "necesidades nacionales", los chinos trabajaron siempre en las islas y lo hicieron junto a presidiarios, a negros manu­misos o libres y a los canacas (nativos de Oceanía).

El "Illustrated Times" de Londres, el 5 de marzo de 1859 nos narra lo siguiente:

" ... Quien escribe esta crónica visitó hace poco tiempo las Islas Chinas. El trabajo de excavación de guano lo hacían los chinos y había entre 250 a 300 embar­caciones cargando. Algunos han dicho que habría guano sólo para ocho o diez años si se hacían extracciones en tal cantidad como se estaba efec­tuando entonces". Sin embargo, en un artículo aparecido en el "Guano Diggers" en "Household Worlds" 1853, el escritor esti­maba que había 250 millones de toneladas en las islas de Chincha y que tomaría 180 años para limpiarlas. El valor de los depósitos estaba estimado en 1,250 millones de Libras Es­terlinas...".

Testigos oculares pintaron un sombrío cuadro de la suerte que corrían los culíes emplea­dos en las islas de guano. Unos sesenta obreros chinos consi­guieron burlar la vigilancia de sus guardianes y se suicidaron sobre las rocas, "... dos docenas de azotes (a los chinos) los de­jaban sin respiración y cuando los soltaban, al cabo de treintainueve, después de dar unos pasos vacilantes, caían al suelo. Eran llevados al hospital y las más de las veces si se recuperaban, se suicidaban".

Uno de los empresarios de­dicados al tráfico de chinos fue Pedro Denegri, quien contrató a Giuseppe Garibaldi, durante su permanencia en el Perú, para iniciar el tráfico. El 5 de Octu­bre de 1851, a bordo del buque inglés "Bolivia", llegó Garibaldi al puerto del Callao (2) según testimonio ocular de Francisco Dabadie, profesor de idiomas residente en Lima (3).

El 10 de Octubre de 1851, Garibaldi y su amigo fraterno Carpaneto suscribieron un contrato con Pedro Denegri para efectuar un viaje a China. El 30 de Octubre de 1851 partió al puerto de Chincha el navío "Carmen" de 346 toneladas al mando de Garibaldi. El 9 de noviembre llegó al puerto de Pisco, a las 9 de la noche. El día 10 Garibaldi desembarcó para pagar el derecho de embarque de guano, llegando a la isla guanera de Chincha el día 11. Con el cargamento partió para el Callao el 21 de noviembre adonde llegó el 24 de noviembre de 1851 (5). El 10 de enero de 1852, con la carga completa, partió con destino a Cantón y Manila (6).

Garibaldi regresó de China con un cargamento de culíes para las haciendas, el 28 de enero de 1853 (7). Luego, Pedro Denegri contrató al italiano Luis Camagli para continuar el ne­gocio.

El gobierno peruano envió una comisión científica a las Islas Chincha para efectuar los planos y medir el guano que contenía. Dicha comisión estu­vo integrada por Antonio Raimondi, José Castañón, Fermín Asencios, Francisco Cañas, José Eboli y Manuel J. San Martin. Raimondi nos na­rra su viaje: "Visité en 1853 las afamadas Islas de Chincha formando parte de su comisión enviada por el Supremo Go­biemo, con el objeto de medir la cantidad de guano que existía. Ví con asombro ese inmenso depósito de amoníaco, de más de cuarenta metros de espesor que desgraciadamente ha concluído con poco provecho de Perú.

Pude en aquella ocasión convencerme con mis ojos, por los restos de las aves, y por los huevos transformados en gua­no, hallados de materia orgánica, es realmente formada de excrementos de aves marinas acumuladas lentamente duran­te muchísimos siglos y, por con­siguiente, que no tiene origen misterioso e hipotético que ha querido darle recientemente un viajero alemán..." (8)

La correspondencia entre Raimondi y Alejandro Arrigoni (9) es bastante elocuente para apreciar el trato inhumano que se les infligió a los chinos. Arrigoni escribió a Raimondi el 26 de febrero de 1853: "En las tardes les curo las espaldas abiertas por los látigos a estos pobres desdichados y al día si­guiente en la mañana vuelvo a curarle las mismas heridas abiertas nuevamente por el látigo...". "Los víveres que consu­mimos en el Hospital son bas­tante apreciables: galletas, car­ne salada, tocino,arroz, frijoles, harina, manteca, azúcar, cacao, ají y vinagre. Todo ésto, en los primeros días, era de buen sa­bor: pero al poco tiempo el to­cino y la carne salada empeza­ban a tener un sabor a rancia, las galletas se agusanaban y los frijoles se llenaban de gorgojos. La dieta diaria de los chinos era elemental: arroz y pescado".

Un testigo de la vida en las islas de Chincha fue Ricardo Palma, quien tenla 19 años de edad en ese entonces. Palma recibió su nombramiento de oficial 3º  del cuerpo político, el 7 de febrero de 1852, día de su cumpleaños, pero recién se embarcaría el 13 (16 en otros documentos) de marzo del año siguiente en la goleta "Libertad" de estación en las islas de Chin­cha (10). Ostentaba el cargo de contador que lo asumió a partir de octubre de 1853, en remplazo del oficial del mismo grado de nombre José Ezeta. Mientras Ezeta esperaba un nuevo des­tino, Palma tuvo que desempe­ñar otras tareas en el bergantín "Libertad" como el de coman­dante de la nave en algunas veces.

     El gobernador de las islas era el capitán de fragata Pedro José Carreño. Las Islas de Chincha eran tres y se las iden­tificaba como la del Norte, la del Centro y la del Sur. Situadas frente a Pisco, distaban de tierra aproximadamente dieciocho ki­lómetros. En los correspondien­tes derroteros, que sobre la costa del Perú escribieron Aurelio García y García en el siglo pa­sado y Rosendo Melo en los primeros años del presente, hay información muy apreciable sobre ellas. Una flotilla de botes, balandras y lanchas‑cis­ternas las surtía de agua que llevaban desde Paracas y los víveres se cargaban en Tambo de Mora.

La peonada, constituida por chinos traídos desde la colonia portuguesa de Macao (de allí el mote de "macacos"), realizaba su tarea de palear las deyec­ciones de las aves en condicio­nes infrahumanas desde las primeras luces del alba hasta el atardecer (11). El penetrante olor a amoníaco del guano era in­soportable, a lo que se unía el sol calcinante, el mal trato de los capataces peruanos y el ensañamiento inusitado de los caporales chinos (cuchillos de sus hermanos de raza) y la mala comida (12). Muchos culíes, para librarse de ese infierno, como ya lo dijimos, optaron por el sui­cidio. Las islas servían además como lugar de reclusión: "En el presidio establecido en la Isla Norte se encuentran más de doscientos rematados, gente inmoral de suyo y con la que es preciso ejercer la más activa vigilancia" ‑decía el coman­dante de las islas a la jefatura superior del departamento de marina del 7 de noviembre de 1853 (13). Las enfermedades comunes de todos los días, eran bronquitis, reumatismo y diarreas.

Todo eso, sin duda, fue visto por don Ricardo Palma, quien estuvo en las islas de Chincha hasta el mes de marzo de 1854, en que lo trasladaron a la Co­mandancia General de Marina en calidad de amanuense. Sin

embargo, de aquella época no quedó recuerdos en sus Tradi­ciones. ¿Por qué, ni aún con el correr de los años, no dijo algo al respecto?

Las protestas sobre el trato a los chinos empezaron a pre­ocupar en las relaciones inter­nacionales del Perú con China. En 1857 ocurrió un aconteci­miento que originó un conflicto diplomático. La barca nacional "Carmen" era capitaneada en marzo de 1857 por el italiano Luis Camagli, desplazaba 343 toneladas y era propiedad de Pedro Denegri, dueño también de la "Petronila" y de la "Santiago" y del bergatín‑goleta "Carolina", embarcaciones utilizadas para el tráfico de culíes al Perú. El 9 de ese mes naufragó en su tra­vesía de Suatao al Callao, con 260 chinos contratados para trabajar en las haciendas costeras, según el informe del cónsul en Hong Kong, Nicanor Tejerina, publicado en las pági­nas de "El Comercio", el 18 de julio de 1857.

La embarcación se fue al fondo del mar no a causa de vientos fuertes ni de temibles temporales sino por un voraz incendio provocado por un gru­po de culíes. Leamos cómo fue la tragedia: "El domingo 8 de marzo a la altura de la gran Natunas, de 7 a 8 de la noche, el intérprete advirtió al capitán que los culíes proyectaban una revuelta e intentaban tomar el buque (pero) fueron forzados a descender al entrepuente. A la mañana siguiente entre siete y ocho culés subieron a cubierta y permanecieron tranquilos hasta que la tripulación fue a almorzar. Algunos chinos fue­ron al lado de la proa y derra­maron una cantidad de paja encendida en la bodega, la cual cayó en las camas (colchones de paja). La tripulación se armó rápidamente y los chinos fueron forzados a bajar al entrepuente. El capitán procuró arrojar fuera de su bordo la pólvora del bu­que y entonces se contrajo a extinguir el fuego cerrando las escotillas; pero todo fue en vano: las llamas se apoderaron rápi­damente de todo el buque, per­mitiendo únicamente echar al agua dos botes. El capitán, oficiales de mar y tripulación, en total catorce, y siete pasaje­ros, habiendo podido recoger algunas armas, pero sin agua ni provisiones, abandonaron el buque". Luis Camagli, el capi­tán, al volver a la nave en uno de los botes, no para abrir las escotillas y liberar a los chinos, sino por algo que sirviese de velas, encontró la muerte al caerle los palos de unaj arcia y desapareció entrampado en su propio in­fierno. Con él sucumbieron tres chilenos, dos italianos, un griego y cuatro personas más. No era un caso aislado. Todos los ca­pitanes fueron siempre arbitra­rios, impusieron su propia ley y eso les ganó el odio de su carga humana. En el otro bote se salvaron el piloto, cuatro tripu­lantes y siete pasajeros, entre ellos los peruanos Atanasio Candamo, Manuel Rivera y To­más Collazos. Todos los chinos perecieron.


EL ACCIDENTE DEL "MARILUZ"

A pesar de las protestas el Gobierno continuó permitiendo la formación de empresas desti­nadas al tráfico de culíes al Perú. Los chinos llegados al Perú entre 1855 a 1874, año en que se suspendió temporalmente, fueron (14):

 

1855 ‑ 59                   2,964

1860‑ 64                    14,738

1865 ‑ 69                   21,639

1870 ‑ 74                   48,039

 

En mayo de 1872. partió del Callao el barco peruano "Mariluz" con destino a Macao, con el objeto de traer 255 culíes para las haciendas del Norte. Debido a una tormenta, la mencionada nave fletada por Emilio Althaus sufrió una grave avería el 10 de julio de 1872, teniendo que efectuar una escala obligada en Yokohama, en te­rritorio japonés. El trato para los culíes era inmisericorde, morían un tercio en el trayecto. Uno de ellos escapó y se refugió en una nave británica, en donde solicitó ayuda, protección y amparo. El Encargado de Nego­cios de la Gran Bretaña, por denuncia del comandante del barco inglés, gestionó ante las autoridades japonesas una in­vestigación para llegar a la ver­dad en cuanto a la grave de­nuncia del chino evadido. Se estableció que las condiciones eran insuficientes y atentatorías a la vida y en consecuencia se determinó que los culíes se en­contraban en libertad para abandonar el "Mariluz".

Nuestros asuntos en el Ja­pón estaban en manos de la Legión Norteamericana. Por este motivo, el Encargado de Nego­cios Estadounidenses comunicó los hechos al Gobierno Peruano. El presidente Manuel Pardo decidió enviar una Misión Di­plomática al mando del Coman­dante García y García. Este llegó con diez representantes a Yokohama y, el 3 de marzo de 1873, presentó en Edo (Tokio) sus credenciales al Emperador Meiji, llamado Ten Ho, el "Hijo del Cielo". A la presentación de las credenciales al Emperador se realizó un acto significativo en el puerto de Karuhue, donde por primera vez se izó la bande­ra peruana y se tocó el Himno Nacional en el Japón. Esta ce­remonia tuvo su similar el 19 de octubre en el Callao, donde también se izó la bandera japo­nesa y se dejó escuchar el Himno Imperial del Japón.

Las negociaciones se cen­tralizaron en dos puntos: la solución del problema del barco "Mariluz" y la firma de un tra­tado pennanente de paz, amis­tad, comercio, navegación y re­laciones diplomáticas con el Japón.

Para el "impasse" del barco, se firmó un protocolo que so­metía el mencionado problema al arbitraje del Zar de todas las Rusias, quien debía señalar si el Japón se excedió o no en la actitud adoptada. Las negociaciones tuvieron lugar en San Petersburgo. Nos representó el diplomático José Antonio Lavalle. Dos años después, en 1875, el Zar dio su fallo. Por razones humanitarias, el Japón había cumplido con liberar a los culíes. El Perú aceptó plena­mente el fallo.

El Comandante García y García terminó su misión con la firma de un Tratado de Paz, Amistad, Comercio y Navega­ción, que establecía represen­tantes diplomáticos en ambos países. En cuanto a las impor­taciones y exportaciones mu­tuas, se aplicaría la cláusula de la nación más favorecida. Ambas naciones se reconocían iguales derechos, privilegios e inmuni­dades y las ciudades y puertos estarían abiertos a los barcos de ambos países, facilitándose el intercambio comercial.



LA YAPA Y EL ENGANCHE

La suspensión del tráfico de culíes al Perú significó un gran problema para los hacendados. Cualquier hacendado tenía aún el trauma generado durante dé­cadas por la ausencia o escasez de mano de obra. Para evitar la crisis intentaron mejorar las condiciones de trabajo de los culíes. Primeramente, cuando los hacendados se dieron cuenta que muchos chinos cumplirían sus ocho años de trabajo crea­ron la "yapa".

La "yapa" era el tiempo aña­dido que, por lo general, era de seis meses, a los ocho años a los que estaban obligados los chi­nos. Se justificaba diciendo que durante los años que los culíes estuvieron en la hacienda pudo ocurrir que faltaron al trabajo algunos días por distintos mo­tivos y en consecuencia con la yapa cumplían a cabalidad sus ocho años. La mala imagen in­ternacional del Perú se incrementó cuando un hacen­dado norteño marcó con hierro candente a 48 inmigrantes chinos. El gobierno tuvo que decir que la denuncia era falsa.

       Se dispuso partidas especiales para publicar en Europa la venida de inmigrantes al Perú. Con esa finalidad el presidente Mariano Ignacio Prado, 1876-­1879, llevó a cabo el Plan de la "Sociedad de Inmigración Euro­pea" diseñado en 1872 por el presidente Manuel Pardo.

El Plan de Pardo tenía como finalidad incrementar la pro­ducción a través de la recupera­ción de tierras, en abandono o descuidadas, para el cultivo, así como nuevos proyectos de irrigación para aumentar áreas de cultivo, con energía de traba­jo importada. La Sociedad tuvo cinco comités y debía controlar la inmigración en las áreas de procedencia: a) Reino Unido: b) Francia, Bélgica, Suiza; c) Ale­mania, Austria, Holanda: d) Suecia, Noruega, Dinamarca; y e) Italia, España, Portugal.

La Sociedad de Inmigración asumía el costo del transporte en barco desde el puerto de origen hasta el Callao. Existía la libertad de trabajo que ellos deseaban. Si se presentaba di­ficultades, la Sociedad les debe­ría ayudar auxiliándolas a tra­vés de la Casa de Asilo durante ocho días. Los inmigrantes de­bían gozar de buena salud, re­putación y no superar la edad de 55 años. La Sociedad acogió cerca de 3,000 inmigrantes, la mayoría italianos hasta finales de 1875. El costo total de la operación para el Estado fue de 6'000,000 de soles.

Sin embargo, en la agricul­tura los hacendados prefirieron a los culíes y no dieron opor­tunidad a los inmigrantes euro­peos dado el gasto que deman­daba sus servicios.

A partir del tratado de Tienen Rsin, firmado en 1874, el Perú y China establecieron relacio­nes diplomáticas. Los hacenda­dos creyeron que el tráfico se reiniciaría rápidamente pero éste se volvió imposible. A fin de evitar su ruina, crearon una ficción jurídica, el "recontrato" o "enganche".

Aquel culí que lo deseaba podía volver a contratarse en las mismas condiciones que antes pero con una diferencia muy atractiva para los chinos: la cantidad de dinero que por el contrato recibieron antes los traficantes de semi‑esclavos asiáticos se les entregaba en proporción al tiempo de recontrata que habían aceptado. Esto permitió a los hacendados continuar tranquilos durante algunos años sin que renaciera el trauma de escasez de "bra­zos".

Al recontratarse un culí, el hacendado pagaba la octava parte de lo que había pagado por los ocho años del contrato inicial con el chino. El interme­diario desaparecía. Ese adelan­to significó aproximadamente un real por cada día del año. Ese "inmenso" monto de dinero ade­lantado posibilitaba salir de la hacienda a los trabajadores chinos una vez que llegaba el momento de su libertad, pues abría el camino para incursionar en otras actividades. En espe­cial, ingresaron en el pequeño comercio en los pueblitos próxi­mos a las haciendas costeñas.

La guerra del 79 al 83 des­truyó la economía nacional y las haciendas quedaron arruinadas.

FIN DE LA ESCLAVITUD

Preocupado el Gobierno Chino por la suerte de sus connacionales, decidió enviar una comisión para investigar con las autoridades peruanas la condición de los culíes. En 1887 se creó una comisión mixta compuesta por representantes del gobierno peruano y del impe­rio chino. La comisión visitó las haciendas de varios valles cos­teños. Estuvo presente en Cañete, Huaura, Supe, Pativilca, Ica, Pisco, Palpa, Nazca, Santia­go, Santa, Nepeña, Zaña, La Leche, Jequetepeque, Santa Catalina (Trujillo) y en dos ha­ciendas cajamarquinas, donde también trabajaban chinos. No pudo ingresar a la hacienda del valle Chicama, con excepción de Tulape, propiedad de la familia Larco, porque los dueños se opusieron.

La comisión comprobó que muchos chinos ya no estaban en condición de contratados o recontratados, pues había transcurrido mucho tiempo desde que concluyeron los pla­zos de trabajo.

Al no poder pagar los hacen­dados un mayor incremento de sueldo dejaron a los trabajadores chinos. Algunos hacendados tuvieron que dar lotes de terre­no a sus ex‑trabajadores por no poder pagarles o trataron de revivir la institución del "yanaconaje" con la población campesina de la sierra.

Luego de la Guerra del Pa­cífico, la situación fue diferente en la agricultura costeña, generándose una masiva migra­ción interna de campesinos de la sierra hacia la costa que ori­ginó un precio más cómodo para el hacendado. Por ello, el tra­bajador chino fue dejado de lado. A fines del siglo XIX, la presencia china en el campo era mínima. Su presencia en las ciudades es otra historia.

*Ex director del Museo Raimondi de Lima

 

NOTAS

1. Castro Mendoza, Mario. "La Marina Mercante de la República", Lima. 1980.

2.  El Comercio, Lima 5 de octubre de 1851. pág. 2: "Saludamos con placer al ilustre guerrero, sostenedor de

     la independencia de la República del Uruguay por la feliz llegada a esta capital".

3. Francisco Dabadie. "Episodios inéditos de la vida de Garibaldi" en la Revue Francaise, 10 de julio de    1859. pag. 509.

4. Garibaldi, Vittotio Emanuele, Cavour. Nel Fatti Della Patria ‑ Bologna ‑ Zanichelli. 1911. Facsímil del diploma signado con el número 10 pág. 24. Documento actualmente en poder del Museo del Risorgimento de la ciudad de Milán.

5.   El 6 de diciembre 1851. Garibaldi tuvo la famosa pelea con el francés Ledos. El Comercio. 10 de diciembre de 1851. pág. 3, col. 4.

6.   Durante el tiempo que navegó en el "Carmen" Garibaldi llevó un diario a bordo. Actualmente el diario se encuentra en el "Archivo de Estado de Palermo" (A.S.P.). Archivo 1, número 202.

7.      Garibaldi partió definitivamente del Perú el 31 de octubre de 1853.

S.        Antonio Ralmondi. El Perú. Mis primeros viajes. Parte preliminar, tomo I. capitulo I, 1874.

9.   El Dr. Alejandro Arrigoni, amigo de Raimondi, arribó al Perú en compañia de Raimondi el 28 de julio de 1850. Murió en Lima en 1895.

10. Libro copiador Nº 47, folio 636, Escalafón de Marina. Libro copiador Nº 693, folio 192, Goleta "Libertad" 1853, Documentos 38 y 40 del Museo Naval.

11. No sólo en las Islas de Chincha. También se les explo­taba en los depósitos de Pabellón de Pica y Punta Lobos, incluso cuando ya se protestaba por tanto abuso.

12.  ídem 10.

13.  Goleta "Libertad" 1853. Comandancia General de Marina.Documento Nº 8. folios 12 y 13.

14.  Humberto Rodriguez Pastor, "Hijos del Celeste Imperio en el Perú" (1850‑1900), p.26, 1989.

 
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