Una vieja sentencia china dice que: “dónde hay agua marina, encontrarás chinos”. Trata de explicar la forma en que millares de chinos tuvieron que huir de la pobreza desde 1820, aproximadamente, a mitad de la dinastía Ch´ing. Al parecer la idea era subirse a un navío y emigrar hacia donde lo lleve el viento y las olas.
Este sistema llevó a los habitantes de Fukien al sudeste asiático y a los de Cantón y a los hakkas, hacia el continente americano, Europa, Africa y Oceanía.
La preponderancia de Fukien y Cantón se explica porque fueron los puertos que lograron cierto desarrollo gracias al contacto que tenían con los extranjeros que abrigaban a sus tierras y porque hasta la guerra de resistencia contra Japón, el mapa político de china tuvo especiales dificultades en la zona sureña.
En esta ola migratoria el sudeste asiático cobró gran importancia a través de los años: según datos de la Comisión de Chinos de Ultamar, viven allí unos 27 millones de chinos, lo que representa el 90% de la población china en el resto del mundo.
El desarrollo del siglo XX y la abolición de la esclavitud, significaron para los chinos una posibilidad laboral inmediata en plantaciones de caucho, té o azúcar del sudeste asiático, caminos en América y minas de oro en Australia y Sudáfrica. La Europa de entonces también reclutó a miles de chinos para que trabajen tras los frentes de batalla en la Primera Gran Guerra.
Las cifras son contundentes: de 1881 a 1915 se enviaron 770 mil trabajadores chinos a Singapur y Penang en Malasia; de 1904 a 1910 fueron más de 50 mil a Sudáfrica, y en 1916 – 1917 se enviaron 230 mil trabajadores chinos para ayudar a los aliados. Cuando en la década del 30, se prohibió la masiva exportación de chinos, los datos arrojaron la cifra de cinco millones de coolíes.
Pero los chinos no fueron ingratos con su tierra madre. Muchos de ellos volvieron a China para invertir en la industria local y ayudar en el desarrollo de su pueblo. Varias líneas de ferrocarriles, por ejemplo, fueron financiados por chinos de ultramar: Chang Hung-nan. Residente en Malasia financió la linea Chaochow- Swatow y el residente americano Ch´en Hsuan- hsi, la línea Hsin – ning.
En la actualidad los “nuevos chinos de ultramar” prefieren llamarse así porque sus motivos de emigración son totalmente diferentes. Los distingue un gran aprecio por la educación y el trabajo a tal punto que han logrado tomar el pulso económico en muchos de los países en donde se han instalado. Lin Shao-liang – por citar un caso – es el chino más rico del mundo y lo ha logrado desde Indonesia.
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