jueves, octubre 05, 2006

La inmigración china al Perú

Esta primera experiencia trajo consecuencias inmediatas: según datos del ministro de Gobierno, José Manuel Tirado, desde febrero de 1850 hasta julio de 1853, fueron introducidos en el Perú 3,932 colonos, de los cuales, 2,516 fueron chinos.

El gobierno peruano puso atención en el fenómeno de la inmigración ya que había realizado el primer contrato de conversión y de consolidación de la deuda externa, basado en el guano de las islas como hipoteca. Hacia allá fueron a parar las primeras hornadas de trabajadores chinos.

Los coolíes venían al Perú traídos por contrato. Primero tenía una vigencia de cinco años y luego se extendió hasta ocho. Ganaban mensualmente cuatro pesos fuertes o soles y podían ser vendidos a otro dueño a un precio promedio entre 300 y 400 pesos por cada uno. Cuando concluía su contrato la policía les confería un “Boleto de asiático libre” que debía ser refrendado por el intendente de turno.

Pero el maltrato, malas condiciones de vida y tráfico ilegal de coolíes tuvo que ser reprimido por el Congreso y el 6 de marzo de 1856, se prohibió la importación de chinos. Pero no duró mucho, cinco años después, el 14 de marzo de 1861, se volvió a permitir, a pesar que el gobierno de Ramón Castilla vetó la norma. Sin embargo, durante el período 1853 – 1861 se continuaron expediendo permisos especiales para seguir trayendo coolíes.

Cuenta Jorge Basadre que “…a pesar de esfuerzos aislados, el porcentaje de mortalidad en la travesía era alto (se ha calculado que en algunos años pasó del 50%) y al llegar los cargamentos humanos al Callao, se producía una inspección oficial y a los que no tenía contrato, se les alineaba en la cubierta para ponerlos a disposición de los interesados; en los periódicos solían aparecer, además, avisos ofreciendo chinos”.

Mientras tanto, el gobierno de Manuel Balta, aceptaba el 20 de abril de 1868, la propuesta del norteamericano Enrique Meiggs para construir los ferrocarriles de Callao – La Oroya y Arequipa – Puno. Reinciado el tráfico en gran escala los coolíes tuvieron pronto un nuevo destino: se estima que Meiggs empleó de inmediato más de cinco mil chinos en forma simultánea en las líneas férreas.

Luego de varios incidentes sobre maltratos sucedidos en aguas internacionales y que comprometió la diplomacia peruana, el gobierno de Manuel Pardo dictó tres normas en 1873 que otorgaban el descanso dominical a los coolíes, la jornada de trabajo con la posibilidad del beneficio de las horas extras y se establecía el registro de asiáticos en la prefectura del Callao, con amplias funciones de tutela y supervigilancia, inclusive estaba obligada a repatriar a los chinos que, una vez terminados sus contratos, querían regresar a sus tierras. Lamentablemente, no se estableció un registro riguroso de entrada y salida.

Estos hechos ayudaron para que el 26 de junio de 1874, se firme en Tientsin, el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre Perú y China, que entró en vigencia a partir de marzo de 1876, luego de las ratificaciones en ambos países. Algunos años después, en junio de 1884, el gobierno chino envía a su primer diplomático: el Ministro Consejero Zheng Chaoru, perteneciente a la Dinastía Qing.

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